Una obra con 40 kilómetros de túneles para darle cloacas a 5 millones de personas

A metros de la costa, en el puerto de Dock Sud, se abre un pozo de 40 metros de profundidad. Junto a él, una tunelera está lista para bajar y empezar su misión: excavar un conducto de 12 km bajo el Río de la Plata. Si todo sale bien, para 2021 este emisario adentrará en el río los efluentes cloacales tratados de la Ciudad y parte del GBA. Será una de las piezas clave del Sistema Riachuelo, junto a una planta de tratamiento y una nueva cloaca de 11 km, la primera que se hace en 60 años. Estas tres obras fundacionales, que están a cargo de AySA, permitirán darles cloacas a más de 5 millones de personas y evitar que los desechos lleguen al Riachuelo a través de pluviales y arroyos.

Las obras, ya en ejecución, implican hacer 40 km de túneles. “Es el proyecto más grande de este tipo que está financiando el Banco Mundial”, se enorgullece el presidente de AySA, José Luis Inglese, que detalla que se invertirán US$ 1.200 millones financiados por esa entidad y el Estado nacional.

El Sistema Riachuelo transportará y tratará 2.300.000 m3 de desechos cloacales por día de la Ciudad, San Fernando, San Isidro y La Matanza, a razón de 27 m3 por segundo. “Esto permitirá incorporar a 4,3 millones de habitantes de la margen izquierda del Riachuelo a la red de cloacas”, anticipa Pablo Bereciartúa, subsecretario de Recursos Hídricos de la Nación,

Actualmente, los desechos porteños se transportan hasta una planta de tratamiento en Berazategui a través de tres saturadas cloacas máximas, dos de las cuales datan de fines del siglo XIX y principios del XX y otra que es de 1946. El proyecto en marcha consiste en derivarlos a una nueva planta y al emisario que se harán en Dock Sud. Esto aliviará al Sistema Berazategui y a su vez permitirá darles cloacas a 1,5 millones de usuarios del sur del GBA.

El Sistema Riachuelo consta de tres obras. Una consiste en construir una cuarta cloaca de 11 km, el Colector Margen Izquierda (CMI), que además de transportar efluentes interceptará los “caudales en tiempo seco”. Este eufemismo técnico se refiere a los desperdicios que ahora llegan a pluviales y arroyos a través de conexiones clandestinas o por fallas en la red de cloacas. Captándolos se evitará que terminen en el Riachuelo y se avanzará en cumplir la orden de sanear la cuenca dictada por la Corte Suprema.

El primer tramo del CMI, de 0,8 metro de diámetro y 1,6 km, corre bajo la avenida Cruz, entre la General Paz y Larrazábal. Su construcción duró siete meses y terminó en enero. Se hizo con una tunelera “pipe jacking”, que a medida que avanzaba empujaba caños prefabricados. El segundo tramo, de 3,2 metros de diámetro y 9,5 km de largo, llegará hasta Vieytes y Benito Quinquela Martín, en Barracas. La tunelera para hacerlo llegó de Alemania el 24 de febrero. Mide 115 metros de largo y es de tipo TBM: excava con una rueda de corte y avanza 1,40 metros. Al mismo tiempo, arma un anillo con cinco dovelas de hormigón. Los anillos forman el caño.

La obra incluye hacer otros 18 km de túneles complementarios y el Desvío Colector Baja Costanera, de 5,2 km, que cruzará el Riachuelo y llevará el caudal del CMI hasta la planta de pretratamiento de Dock Sud. La construcción de ésta forma parte de un segundo contrato, en ejecución desde junio de 2016.

Los líquidos cloacales ya tratados serán liberados en el Río de la Plata. Y para esto hay en marcha una tercera obra, la del emisario que los adentrará 12 km en el río, pasando por debajo de los canales de navegación. La tunelera para excavarlo, fabricada en China por la firma alemana Herrenknecht y también de tipo TBM, acaba de llegar a Dock Sud. “Su largo total, incluyendo su tren de apoyo, es de 240 metros. Como tiene que hacer un túnel de 4,3 metros de diámetro, su rueda de corte tiene 5,1 metros”, cuenta la ingeniera Marcela Alvarez, a cargo de la dirección de grandes obras de infraestructura de AySA.

El pozo por el que ingresará la tunelera, de 40 metros, ya está listo y revestido en hormigón. Dos buzos con cámaras trabajan sumergidos en tareas de limpieza. Su función es dejar todo preparado para armar un tapón de hormigón en el fondo del pozo, que en un futuro también será la cámara de carga del emisario. En la superficie, siguen sus movimientos a través de un monitor instalado en un container que sirve como oficina.

“El emisario empezará a 40 metros de profundidad y terminará a 34 metros -detalla Alvarez-. Tendrá un tramo de transporte, de 10,5 km, y otro de difusión, de 1,5 km. Este último tendrá 31 difusores que lanzarán el líquido tratado por sobre la superficie del río, para facilitar su mezcla con el agua”. Si se cumplen los plazos, el sistema estará terminado el 31 de marzo de 2021. Para entonces, habrá una mejora sustancial en la calidad del agua del Riachuelo.

Clarin

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