Olivino: ¿el mineral que puede frenar el calentamiento global

Un geoquímico holandés retirado propone espolvorear dicho material en grandes zonas del planeta para consumir el dióxido de carbono del ambiente.

En su pequeña oficina de la Universidad de Ultrecht, en Holanda, el geoquímico Olaf Schuiling (foto), de 82 años, expresa: “Permitan que la Tierra nos ayude a salvar a la Tierra”. Esta profunda y esperanzadora frase surge de la teoría que propuso el notable científico: espolvorear grandes cantidades de olivino triturado en enormes extensiones de tierra y permitir que esta sustancia absorba el dióxido de carbono del ambiente permitiendo reducir el calentamiento global y preservar la capa de ozono, tan dañada hasta el momento. Según explicó el profesional a numerosos medios europeos, el olivino tiene la capacidad de eliminar el dióxido de carbono de la atmósfera, y viene cumpliendo dicha función desde hace miles de millones de años, ya que es un material muy presente en el manto superior del planeta. “Mi idea es básicamente acelerar este proceso natural que la mayoría de la gente desconoce para reducir las temperaturas globales en ascenso. Se debe extraer el mineral en grandes cantidades, molerlo y posteriormente distribuirlo estratégicamente en grandes extensiones de tierra como playas, planicies, etc”.

El doctor Schuiling lleva años hablando de su idea en Holanda y como resultado de esta iniciativa, este país se ha vuelto un semillero del olivino. Si uno transita por la nación naranja puede notar la piedra aplastada en caminos, jardines y diferentes áreas de juego.

Las soluciones de geoingeniería para frenar el calentamiento global fueron consideradas muchas veces como material de fantasía, pero en la última década comenzaron a ser consideradas de gran importancia para diversos sectores. Según científicos internacionales hay otros enfoques que son, a priori, más rápidos y más realizables que la propuesta de Schuiling, aunque también resultan más arriesgados. A su vez, algunos críticos de la geoingeniería manifiestan su escepticismo respecto del impacto que producirían estas soluciones. Creen, asimismo que dicha remediación que lleva a manipular la temperatura del planeta podría producir cambios en las precipitaciones pluviales, ocasionando beneficios para algunos y catástrofes para otros.

Al respecto, Enrique Maurtua Konstantinidis, de la Red de Acción Climática Latinoamericana, rechazó la iniciativa del holandés: “La geoingeniería es muy delicada, hay mucha innovación, pero desde una perspectiva ambientalista, ponerse a interferir de manera deliberada en el sistema climático puede tener muchísimas consecuencias, y en este momento tenemos soluciones verdaderas. No hay que esconder el monóxido de carbono, sino dejar de emitirlo”, sentenció firmemente. A su vez, a la comunidad científica internacional también le preocupa que este sistema sea utilizado de manera unilateral por un país y genere conflictos geopolíticos alrededor del globo.

Independientemente de las críticas, las ideas y proyectos vinculados al olivino no se detienen: en el Real Instituto Holandés de Investigación Marina, un ecologista investiga la idea de esparcir olivino en el fondo del mar. Por su parte, en Bélgica por ejemplo, investigadores de la Universidad de Antwerp estudian los efectos del mineral verde en cultivos como la cebada o el trigo. Sin embargo, los datos estadísticos indican que por ahora se destina muy poco dinero a las investigaciones en geoingeniería y las perspectivas de apoyo gubernamental para cualquier clase de prueba en la materia parecen escasas en países como Estados Unidos –uno de los principales emisores de dióxido de carbono del mundo-.

Por: L. Quiroga
Diario de Cuyo

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