¿Cómo medir la huella ambiental de una empresa?
Además de la huella de carbono, existen varios indicadores para conocer cuál es el impacto sobre el medio ambiente que tienen los productos que consumimos. Por medio del Análisis del Ciclo de Vida (LCA), las empresas pueden rastrear su marca ecológica desde la extracción de materias primas hasta cuando se desecha el bien o servicio.
El año pasado fue histórico para Volkswagen. Pero no porque haya batido récord en ventas o porque tenga los carros con modelos más vanguardistas, sino porque se demostró que alrededor de once millones de automóviles diésel habían sido equipados con un software que falseaba los datos de sus emisiones contaminantes. Una jugarreta que usaron para evadir las normativas ambientales y que les costó una caída de casi el 20 % de sus acciones y un golpe en la imagen.
Pero, más allá del escándalo ambiental, el caso sirvió para retratar el momento que están viviendo las empresas: tanto los consumidores, como los inversionistas, unidos a algunas normativas internacionales, les están pidiendo que sean ambientalmente responsables. Sin embargo, para serlo es necesario que estas conozcan y tengan las cifras claras de cuáles son sus impactos sobre el medio ambiente. Por esto, en la nueva “era” de las empresas verdes, son muchos los indicadores que se han creado para medir las emisiones y gastos asociados a los productos y servicios que brindan.
Una estrategia que ha demostrado ser más completa es el Análisis del Ciclo de Vida (LCA, por sus siglas en inglés). Un estudio en el que se evalúa toda la cadena de valor de un producto o servicio para conocer cuáles son los puntos críticos o con mayor impacto sobre el medio ambiente, y así poder trabajar sobre ellos de forma eficiente.
Según explica Simon Gmünder, representante en Latinoamérica de Quantis, una consultora internacional que apoya a las empresas a medir, reducir, gestionar y comunicar su impacto ambiental, el “LCA da una visión global de las múltiples emisiones, recursos utilizados y desechos que están asociados a un producto o servicio para tener hechos científicos sobre los impactos ambientales que nos permitan tomar decisiones informadas”. Por esto, en los estudios de LCA es “necesario conocer los datos desde la extracción de las materias primas, pasando por el diseño y producción, empaquetado y distribución, uso y mantenimiento y fin del ciclo de vida”.
Para entenderlo, piense en la manzana que tiene en su maleta o, mejor, en el huevo que se comió en la mañana. Lo más seguro, probablemente piense, es que estos dos productos no tengan ningún impacto sobre el medio ambiente. Los restos de manzana son orgánicos que se podrán convertir en abono y aunque la gallina tuvo un gasto energético biológico para poner el huevo, no necesitó de ningún estímulo eléctrico para producirlo. Hasta ahí, se podría decir que esos dos productos son completamente amigables con el medio ambiente.
Sin embargo, si miramos un escenario más amplio –la cadena–, nos daremos cuenta de que ambos, por mínimo, representaron un gasto de agua o de energía no renovable. Para llegar a usted, la manzana fue transportada en un camión que necesita gasolina, empaquetada en una caja de cartón que no sabemos si será reciclada y lavada con agua potable para asegurarse de que llegue limpia a su consumidor. El huevo, además de lo anterior, necesitó de la gallina, que a su vez requiere de una temperatura regulada para poner huevos y, por ende, implica un gasto energético.
Estos ejemplos evidencian la importancia de considerar toda la cadena de valor de un producto. Un cambio de pensamiento que han empezado a tener las empresas, ya que anteriormente solo se enfocaban en reducir y gestionar la energía y el flujo de materiales que se daba dentro de sus cuatro paredes. De hecho, explica Gmünder, dependiendo del tipo de empresa, muchos de los impactos ambientales son causados al principio de la cadena (como sucede con el chocolate, donde los puntos críticos están en la extracción de la materia prima) o al final, cuando el consumidor los utiliza (como sucede con el champú).
Aunque el indicador más conocido es el de la huella de carbono, son muchos los estándares que se utilizan para conocer un impacto ambiental y, dependiendo de los objetivos del estudio, solo se tienen en cuenta algunos ecoindicadores. Por ejemplo, si la empresa quiere conocer su costo ambiental relacionado con el agua, se usa la huella hídrica, que tiene en cuenta el consumo de agua, la disponibilidad o escasez de la región de donde se esté abasteciendo y si el proceso la contamina, pero si se quiere conocer el impacto sobre la biodiversidad de un área, se usa una huella ambiental que comprende procesos como la acidificación y eutrofización (ver recuadros).
“Usamos el modelo de multiindicadores, porque así obtenemos una visión holística de los impactos ambientales y evitamos trasladar las cargas. No queremos reducir un impacto en una fase del ciclo de vida, pero incrementarla en otra sin darnos cuenta”, agrega Gmünder
¿Cómo lo hacen?
Según la norma ISO 1440/44, existen cuatro etapas para hacer el estudio. En el primero se definen los alcances y objetivos de estos, pues dependiendo de lo que quiera conocer la empresa, se usan ciertos indicadores y se analiza la cadena completa o solo lo que sucede en la planta.
Después, se hace un inventario de todos los recursos y energía que entran a la empresa, y las emisiones, gasto de agua, suelo y desechos que salen de esta. Pero debido a que es imposible irse hasta cada proveedor para medir los ecoindicadores o preguntarle a cada consumidor cómo lo desecha, existen varias bases de datos internacionales que ya tienen modelada esta información. La más conocida se llama Ecoinvent, una plataforma que ha simplificado la información de más de diez mil productos de varios sectores.
Una vez se ha hecho este inventario con cada materia que hace parte del producto o servicio, se entra a calcular los impactos. Un proceso que se hace de la mano de softwares que equiparan los datos del inventario con impactos ambientales como los que han sido establecidos en el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC). Quantis Suite, por ejemplo, es una de estas herramientas que permiten hacer cálculos muy específicos partiendo de la base de datos de Ecoinvent. “Con Quantis Suite puedes poner desde el tipo de camión en el que llega tu producto, la distancia que recorre hasta llegar a tu empresa, hasta el tipo de plástico en el que viene empaquetado para conocer, de manera más específica, cuál es el impacto ambiental. Además, puedes cambiar variables dependiendo de si se recicla, va a un relleno sanitario o cómo termina su ciclo de vida”, agrega Gmünder.
Finalmente, se interpretan los resultados. “Aquí es donde encontramos los puntos críticos de la cadena y, si la empresa lo solicitó, damos una asesoría de cómo mitigar los impactos eficientemente”, explica Gmünder. Si los mayores impactos vienen del empaquetado, por ejemplo, se identifican con la empresa medidas aptas como el uso de productos menos contaminantes o empaquetados más delgados o pequeños. Pero si los puntos críticos están en el consumo, se piensa en estrategias de comunicación para intentar mejorar los hábitos de los consumidores.
“Una empresa solo puede sobrevivir a mediano y largo plazo si el negocio es sostenible. Lo que hace al contar su impacto ambiental es evitar un futuro riesgo por escasez de recursos, esto sin contar que su reputación ambiental ante consumidores e inversionistas cada vez es más importante”, concluye Gmünder.
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INDICADORES AMBIENTALES
Calidad del ecosistema
Mide el potencial impacto sobre los ecosistemas, biodiversidad, especies y habitantes, causado por las emisiones o uso del recurso asociado a un producto, proceso u organización. Tiene en cuenta la ecotoxicidad acuática y terrestre, la acidificación acuática y terrestre, la eutrofización, el agua turbinada y la ocupación de tierras. Caracteriza la fracción de las especies desaparecidas por m2 durante un año.
Impacto en la salud humana
Mide el potencial impacto que puede tener la emisión de gases de un producto, servicio u organización en la salud humana. Tiene en cuenta la toxicidad (cancerígena y no cancerígena), la radiación ionizante, daños en la capa de ozono y partículas orgánicas e inorgánicas que se pueden respirar. Está caracterizado por la gravedad de la enfermedad, tanto en mortalidad (años de vida perdidos por muerte prematura) ycomo en morbilidad. La métrica de impacto con la que se expresa es AVAD (años de vida ajustados por calidad).
Cambio climático
Mide el impacto sobre el cambio climático a partir de las emisiones de gases efecto invernadero asociadas a un producto, proceso u organización. La métrica de impacto se expresa en kg CO2-eq. (medida universal utilizada para indicar cuánto puede contribuir al cambio climático cada gas efecto invernadero al equipararlo a cierta concentración de CO2 que se toma como referencia).
Indicador de recursos
Mide el potencial impacto sobre el agotamiento de recursos no renovables, asociado a un producto, proceso u organización. La métrica de impacto se expresa en MJ (cantidad de energía extraída o necesaria para un producto).
Huella hídrica
No solo mide el impacto en el agua, sino también el potencial impacto que puede tener un producto, servicio u organización en ecosistemas y ambientes relacionados con esta. Debido a la complejidad del agua, la huella hídrica no puede resumirse en una sola medida. Por esto, según la norma ISO 14046, la huella hídrica se define como un conjunto de indicadores que abarcan desde el impacto ambiental del consumo de agua (cantidad consumida y escasez de la zona) y la contaminación del agua (por ejemplo, la eutrofización, la acidificación y la ecotoxicidad.)
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