Un pulmón natural que salda una deuda con los vecinos más postergados

Sumar un área verde protegida siempre es una buena noticia. Lo es todavía más cuando esas 80 hectáreas que integran la cuenca Matanza-Riachuelo son un corredor metropolitano por estar en los límites de la ciudad de Buenos Aires. Y como tercer argumento positivo, los vecinos olvidados del sur porteño en Villa Lugano ven cumplido un sueño que comenzó en 2011.

Aunque no agrega superficie verde a los escasos 6 m2 por habitante que tiene el distrito, se habilita un nuevo espacio para la educación y el esparcimiento en un ámbito natural.

La Capital cuenta con dos reservas ecológicas. La de la Costanera Sur fue creada en 1986 a partir de un proyecto presentado por Aves Argentinas y Amigos de la Tierra. Es un gran humedal que posee bañados, pastizales y bosques donde habitan casi 300 especies de aves, mamíferos y un gran número de plantas y árboles nativos, como sauces, juncos y laureles blancos.

Por la riqueza de su biodiversidad, en 2005 fue catalogada como sitio Ramsar, es decir, un área con protección internacional, a la que puede darse un uso racional que no ponga en peligro el entorno ni a quienes la habitan.

La reserva de Costanera Norte es bastante más pequeña -18 hectáreas contra 360 de la Costanera Sur- y aporta una gran biodiversidad con más de 400 especies vegetales y animales. Además integra el corredor de biodiversidad costero que une el delta del Paraná con las reservas de Ribera Norte (San Isidro), Vicente López, Costanera Sur y Punta Lara, en Ensenada.

El parque natural del lago Lugano, cuya diferencia de categoría con una reserva es mínima, llegó de la mano del Poder Ejecutivo local hace dos años casi al mismo tiempo que se decidiera levantar la Villa Olímpica. En la Legislatura, el diputado Adrián Camps, autor de la iniciativa de ley, sólo había conseguido que se cambiara la zonificación por Urbanización Parque.

La categoría implica proteger la vegetación, realizar relevamientos biológicos y su posible aprovechamiento como aula a cielo abierto para la educación ambiental. No se puede alterar la costa del lago ni los sectores de pastizales y arbustos, y se permite el acceso libre y gratuito a los visitantes, respetando la flora y fauna de la zona.

El lago Lugano forma parte, junto con el Soldati y el Regatas, de un sistema de lagos artificiales construidos en los 40 para compensar inundacio­nes y desbordes del Riachuelo hacia el arroyo Cildáñez. Hay un centenar de especies de aves (tres migran desde Canadá y EE.UU.) y más de 200 especies de plantas. Y tiene valor histórico: allí desembarcaron los ingleses a principios de 1800. Que ahora sea de acceso público es saldar una deuda con el barrio y los vecinos.

Sumar un área verde protegida siempre es una buena noticia. Lo es todavía más cuando esas 80 hectáreas que integran la cuenca Matanza-Riachuelo son un corredor metropolitano por estar en los límites de la ciudad de Buenos Aires. Y como tercer argumento positivo, los vecinos olvidados del sur porteño en Villa Lugano ven cumplido un sueño que comenzó en 2011.

Aunque no agrega superficie verde a los escasos 6 m2 por habitante que tiene el distrito, se habilita un nuevo espacio para la educación y el esparcimiento en un ámbito natural.

La Capital cuenta con dos reservas ecológicas. La de la Costanera Sur fue creada en 1986 a partir de un proyecto presentado por Aves Argentinas y Amigos de la Tierra. Es un gran humedal que posee bañados, pastizales y bosques donde habitan casi 300 especies de aves, mamíferos y un gran número de plantas y árboles nativos, como sauces, juncos y laureles blancos.

Por la riqueza de su biodiversidad, en 2005 fue catalogada como sitio Ramsar, es decir, un área con protección internacional, a la que puede darse un uso racional que no ponga en peligro el entorno ni a quienes la habitan.

La reserva de Costanera Norte es bastante más pequeña -18 hectáreas contra 360 de la Costanera Sur- y aporta una gran biodiversidad con más de 400 especies vegetales y animales. Además integra el corredor de biodiversidad costero que une el delta del Paraná con las reservas de Ribera Norte (San Isidro), Vicente López, Costanera Sur y Punta Lara, en Ensenada.

El parque natural del lago Lugano, cuya diferencia de categoría con una reserva es mínima, llegó de la mano del Poder Ejecutivo local hace dos años casi al mismo tiempo que se decidiera levantar la Villa Olímpica. En la Legislatura, el diputado Adrián Camps, autor de la iniciativa de ley, sólo había conseguido que se cambiara la zonificación por Urbanización Parque.

La categoría implica proteger la vegetación, realizar relevamientos biológicos y su posible aprovechamiento como aula a cielo abierto para la educación ambiental. No se puede alterar la costa del lago ni los sectores de pastizales y arbustos, y se permite el acceso libre y gratuito a los visitantes, respetando la flora y fauna de la zona.

El lago Lugano forma parte, junto con el Soldati y el Regatas, de un sistema de lagos artificiales construidos en los 40 para compensar inundacio­nes y desbordes del Riachuelo hacia el arroyo Cildáñez. Hay un centenar de especies de aves (tres migran desde Canadá y EE.UU.) y más de 200 especies de plantas. Y tiene valor histórico: allí desembarcaron los ingleses a principios de 1800. Que ahora sea de acceso público es saldar una deuda con el barrio y los vecinos.
La Nación

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