Un plan antiincendios deficiente y una máquina de fuego frío sin homologar: los errores que causaron el fatal desenlace en las discotecas de Murcia
El fuego que arrasó las discotecas Teatre y Fonda Milagros en la madrugada del pasado 1 de octubre fue cogiendo fuerza lentamente, pero se convirtió en una trampa mortal. El incendio, que terminó en una tragedia que costó la vida a trece personas, “tuvo que producirse mucho antes de ser detectado, por el estado de las llamas que se apreciaban y la velocidad con la que se propagó por toda la discoteca y establecimientos cercanos”, desvela un informe de 77 páginas del grupo de delitos contra las personas (UDEV) de la Policía Nacional.
Las llamas, provocadas por una máquina de fuego frío, no pudieron controlarse hasta pasadas dos horas y media desde que arrancó el operativo formado por una decena de vehículos y una treintena de bomberos. La primera víctima mortal fue localizada transcurridas tres horas, a las 9.30. La última, a las 15.18.
Las altas temperaturas de fuego (a más de 500 grados centígrados), la expansión del humo y el riesgo de derrumbe de las estructuras del falso techo de los locales no fueron los únicos obstáculos que se encontraron los bomberos para extinguir un incendio “de dificultad máxima”. Una de las puertas de emergencia de la discoteca Teatre –donde comenzaron a propagarse las llamas– estaba inutilizada con una reja y cerrada con dos candados, según revela el informe de los bomberos que participaron en las labores de extinción del incendio. “Que la puerta estuviera bloqueada pudo ser un factor determinante en el rescate”, advierte el letrado José Manuel Muñoz, que representa a dos familias; una de ellas, la de Jairo, de nacionalidad colombiana y padre de Leidy Paola, una de las jóvenes que perdieron la vida en la discoteca junto a Kevin Alejandro Gómez, su pareja.
“Tortura psicológica” y “negligencias”
“Las familias de las víctimas estamos atravesando la peor pesadilla para un ser humano. La muerte forma parte de la vida, pero debería ser natural, y no que otras personas o entidades determinen la causa de tus seres más amados”. Habla Jairo, consternado y entre sollozos al otro lado del teléfono: “Su muerte sigue siendo para mí una tortura moral y psicológica muy fuerte, no creo que lo supere nunca y me llena de indignación y rabia”. En febrero Leidy Paola cumplía los 29 años, “y todavía no habían empezado a hacer realidad sus proyectos”.
En palabras de Jairo, su muerte llegó “de una manera muy absurda y por una serie de negligencias: fue un homicidio por imprudencia pero también por avaricia, por economizar, por pasar dinero por debajo de la mesa”. La máquina de fuego frío que causó el incendio “no estaba ni homologada, la habían comprado en AliExpress de forma rápida y sin seguridad; eso fue lo que generó el incendio”. Para el padre de la víctima, “lo más doloroso es que desde Teatre no avisaron a sus vecinos de La Fonda del suceso, y el mismo dueño de La Fonda, cuando lo advirtió, no reaccionó desde el primer momento. Tampoco nos ha llamado ni escrito, a pesar de ser natural de mi misma ciudad”.
Jairo pone el acento en los testimonios de algunos de los supervivientes: “Hubo una mujer que estuvo esa noche en la misma zona que mi hija, en la parte de arriba, y declaró haber ido a buscar a su amiga para marcharse del local alertada por el bochorno que salía de los conductos de aire”.
Del juicio, señala, espera poder ponerse delante de todas las personas que acabaron con la vida de su hija y las otras 12 personas y transmitirles su dolor e impotencia. En su enumeración no deja fuera a los funcionarios del Ayuntamiento, “que no comprobaron el cese de actividad de la discoteca”, ni a los que actuaron “de forma avariciosa abaratando al máximo los gastos de las obras en la discoteca a pesar de las deficiencias”.
El pasado 3 de octubre, dos días después del fatídico incendio, el juzgado de instrucción número 3 de Murcia asumía las diligencias abiertas por 13 delitos de homicidio imprudente. Solo 24 horas antes se había hecho pública la información de que las discotecas no tenían licencia y que se había ordenado su cierre en 2022.
La discoteca original, Teatre, había realizado en 2019 modificaciones en su estructura que requerían una nueva licencia que nunca fue concedida, declararon en una rueda de prensa conjunta el teniente de alcalde de Murcia, Antonio Navarro (PP), y el exconcejal de Urbanismo, Andrés Guerrero (PSOE). En el aire ha estado todo el tiempo la pregunta de por qué seguían operando los locales si carecían de licencia e incumplían varias normativas; es decir, cómo actuaron los servicios de inspección municipales durante los meses que las discotecas siguieron abiertas sin el correspondiente permiso. El pasado 4 de octubre, el alcalde, José Ballesta, apartó a varios empleados públicos cautelarmente mientras continúa la investigación interna.
Alerta al 112
Los primeros avisos alertaron al 112 a las 6.02 de la mañana. A su llegada, los bomberos solo pudieron encontrar a una persona con vida “que deambulaba desorientada e intoxicada por el humo en la planta baja”. Pasadas las seis de la mañana, un vigilante de la Fonda Milagros –donde se localizaron todas las víctimas mortales– advierte de que echa en falta a tres personas, una empleada y una pareja, vistas por última vez en el baño de la zona de palcos.
La carga de fuego era tal –según el informe–, que era imposible acceder con el agua a algunos puntos del interior del recinto, “siendo esto debido a que parte de la cubierta de Fonda Milagros no había colapsado (…) y la estructura de la cubierta continuaba debilitándose y cediendo, con las chapas superiores de ésta adquiriendo un color rojo vivo debido a la carga térmica cuando se dejaba de arrojar agua”.
A las 8.00 de la mañana, “faltaba poco para que amaneciera y resultaba imposible detener la progresión del fuego por el interior de la nave”. Advierten entonces que la fachada del edificio comienza a resquebrajarse y a salir humo por las grietas, y se da la orden a todo el personal de salir y mantener una distancia de seguridad. También en la parte trasera de las discotecas, en la zona oeste, “los muros se estaban deformando y se dan instrucciones para que se extremen las precauciones en las labores de extinción, que realizan desde el interior y a través de una ventana de un taller muy cercano (a escasos 1,2 metros de distancia entre fachadas)”.
Retraso de 3 minutos en el rescate de Fonda Milagros
Según la investigación policial, se produjo una cadena de circunstancias que contribuyeron al “fatal desenlace” de las víctimas. Los agentes destacan que no hubo un sistema conjunto y coordinado de emergencias y evacuación acorde a “un único establecimiento con dos espacios y que hubiera conllevado una alerta común (…) y una rápida evacuación, con tiempo suficiente para que no quedara nadie atrapado”. El retraso observado –continúan los investigadores– se data en más de 3 minutos. Aun en el caso de haber sido establecimientos independientes, documenta el informe, por parte de Teatre “se incumplió gravemente el plan, dado que hay indicios para creer que no se dio aviso al establecimiento colindante, provocando esa falta de aviso, y el retraso en la detección del incendio, el trágico suceso mortal”.
El palco 18
A las 8.45, varias personas echan en falta a un grupo de siete compañeros que se habían desplazado con ellos y que celebraban una fiesta en el palco número 18, el penúltimo de las naves, situado en la primera planta de la Fonda Milagros. En ese palco se encontraba Erick Torres, de nacionalidad nicaragüense, celebrando su 30 cumpleaños junto a su pareja y otros amigos y familiares.
A las 9.31 se localizó a la primera víctima. Los primeros once cuerpos encontrados estaban distribuidos en tres zonas consecutivas, de norte a sur, dos grupos de cuatro personas y otro de tres respectivamente. La localización de los cadáveres continúa hasta las 15.18. Según el informe de los bomberos, “era muy complicado encontrarlos, ya que estaban semisepultados por los restos de escombros, vigas y otros enseres, además de la mimetización con el entorno ennegrecido”. Y a las 17.30, según el informe, se detiene la búsqueda que se había mantenido al existir informaciones confusas sobre el número de desaparecidos.
Una máquina de fuego frío sin homologar
“Durante toda la noche, cuando sonaban canciones muy conocidas, se encendían cuatro bengalas, que aumentaban y disminuían la intensidad de la chispa según variaba la música”, relata un testigo según se recoge en el informe de la UDEV. “Las dirige una persona que se encuentra en la cabina de la iluminación y sonido, en la parte superior al DJ”, continúa. El testimonio va acompañado de vídeos en los que se ve “perfectamente” la intensidad de las bengalas y que las chispas “golpeaban contra la parte superior del local, donde había altavoces, focos, entre otras cosas”.
Sobre las seis de la mañana, continúan los investigadores, “vieron cómo de uno de los altavoces o focos del techo, a los que golpeaban las chispas de las bengalas, salía una pequeña llama; de esto se dieron cuenta ya que al portero/persona de seguridad que se encontraba en las escaleras junto al DJ le cayó una chispa encima y miró hacia arriba, viendo este igualmente cómo se había prendido el altavoz o foco del techo”.
El letrado José Manuel Muñoz apunta a que el uso de estas máquinas es muy novedoso, “y sobre ella no hay regulación específica, por eso hemos reclamado a la Delegación del Gobierno y a la Comunidad Autónoma de Murcia que nos informe al respecto. De forma paralela el Juzgado ha encargado un informe sobre las máquinas de chispas”.
Según la UDEV, en la documentación de la máquina y el combustible analizados se expone que “no quema directamente pero su abrasión a la salida de las chispas sí puede crear incidentes y quemazones sobre prendas textiles delicadas o sobre la piel”. El hecho de que pueda traspasar materiales pudo ser el motivo que originó que el fuego se iniciara en el falso techo del establecimiento y por tanto no fuera detectado por los trabajadores ni clientes del local hasta que ya se hubo extendido por gran parte de la discoteca. Además, se realizó un uso imprudente de la máquina, sin adoptar las mínimas medidas de seguridad como haber guardado una distancia de siete metros en altura.
La máquina de fuego frío, según se deriva de las pesquisas, fue adquirida a través de internet en la página de Ali Express. Preguntado al respecto, el propietario del aparato –Alfonso G.– alega que “según los papeles tienen el logotipo de la CEE y que se vende en varios sitios webs de venta tipo Amazon o Ali Express, que ha visto otras máquinas de características similares y tienen los mismos certificados que las máquinas compradas”.
Según la Policía, Alfonso G. en su declaración intentó desvincularse del espectáculo de bengalas asegurando que era un cliente de la discoteca y amigo de los DJ; y que estaba en el palco porque no le gustan las aglomeraciones. No reconoció haberse encargado del espectáculo hasta que no se le preguntó directamente.
Muñoz pone el acento en que “había informes que indicaban que había deficiencias de seguridad antiincendios y no se adoptó ninguna medida: no había bomba antiincendios, ni sistema de detección de humos, el generador no funcionó y se fue la luz”. Según el informe policial, al parecer tampoco existía una sirena acústica y el alumbrado de emergencia no duró el tiempo necesario, “lo que pudo motivar la imposibilidad de evacuación”. Y hay indicios para creer que al menos parte de los trabajadores no recibieron la formación adecuada, ni habían realizado los simulacros establecidos.
Investigación en el Ayuntamiento
Familiares de las víctimas han reclamado investigar el rol del Ayuntamiento de Murcia en la causa, ya que ambos locales permanecieron abiertos 21 meses a pesar de no tener licencia de actividad.
El abogado José Manuel Muñoz solicitó la apertura de pieza separada para investigar la responsabilidad de los miembros de la corporación municipal, oponiéndose la juez a su apertura.
Con posterioridad, señala el letrado, “hemos advertido que la misma juez previamente ya había acordado la apertura de diligencias para la investigación de la posible comisión de un delito de prevaricación por parte de la Administración, por lo que no se entiende la causa por la que nos denegó la apertura de la pieza separada, es una contradicción”. Después de tres meses, se han señalado las declaraciones de determinados responsables de las discotecas y la máquina de fuego frío, pero nada para determinar la responsabilidad del Ayuntamiento.
El letrado espera que sean condenados los responsables del suceso, “también en el ámbito municipal porque creo que es compartida la responsabilidad, si esto hubiera estado cerrado no habría pasado nada, había muchas medidas que habrían evitado que se hubiera producido el incendio, o amortiguado el efecto”.
La orden de cierre de las discotecas la dio el exconcejal socialista de Urbanismo Andrés Guerrero, con precinto incluido. La actuación de dicha concejalía se ha revelado como un laberinto burocrático difícil de desentrañar. Para empezar porque el inspector de actividades M.V.G. incumplió la orden del concejal y decidió no precintar el local.
Argumentó esa decisión el inspector con que los titulares de la empresa habían aportado “justificación de la presentación de la documentación técnica que les faltaba”. En esa mismo acta señaló que había “contactado” con los titulares sin acudir al local, a pesar de que le habían ordenado “girar visita”. Como máximos responsables por debajo del concejal estarían el jefe de Servicio Técnico de Obras y Actividades y también el jefe de Servicios de la Disciplina de Actividades. Estos empleados públicos tenían que haber velado por que se cumpliera el decreto ordenado por el edil y tampoco se encargaron de ello durante este último año.
La prensa local también ha recogido que Teatre había pasado una inspección sanitaria el pasado mes de marzo, mientras que el 28 de agosto el dueño de Teatre Murcia S.L., Juan Inglés Rojo, había solicitado que en los siguientes cuatro días no aparcaran los coches en su local en la calle de Isla Cristina porque iban a remozar la fachada. Políticos que han pasado por el Ayuntamiento han pedido en más de una ocasión un protocolo de actuación coordinado de las distintas concejalías sin éxito.