Se derrumbó el techo de una obra en pleno centro y casi desata una tragedia

Un estruendo sacudió ayer al mediodía la esquina de Sarmiento y Mendoza. Gran parte del techo de una vieja casona, donde se proyectaba inaugurar un bar, se desplomó en un instante ante la mirada atónita de los seis operarios encargados de remodelar el lugar. Si bien no pasó a mayores, el accidente volvió a poner en el centro del debate la informalidad en que se desarrollan muchas obras en construcción. En pleno centro de la ciudad y frente a dependencias oficiales, los trabajos no contaban con autorización del municipio, no exhibían el cartel reglamentario de obra y las personas que trabajaban allí no tenían los mínimos elementos de protección, como calzado y casco.

Desde el gremio que nuclea a los trabajadores de la construcción (Uocra) advirtieron que ese mismo emprendimiento había sido denunciado hace unas semanas en el Ministerio de Trabajo de la provincia, sin ningún resultado. Ahora la obra permanecerá clausurada hasta tanto sus titulares presenten un estudio estructural del edifico que indique si la construcción puede conservarse. Caso contrario, deberá demolerse.

El inmueble ocupa la ochava noreste de Sarmiento y Mendoza. Es una casona antigua. En la Dirección de Obras Particulares del municipio estimaron que supera los cien años. Allí se habían producido varias reformas que le habían quitado algunos detalles de la ornamentación al frente, actualmente pintado de negro con algunos dibujos de color.

Según el testimonio de los vecinos, los trabajos de remodelación habían empezado hace no más de dos semanas y tenían el propósito de ampliar el espacio para montar un bar. Hasta hace un año en ese mismo lugar había funcionado el Bar Sarmiento, cafetería que alguna vez supo alojar espectáculos nocturnos.

A poco tiempo del accidente, al lugar llegaron una unidad de la Central de Operaciones de Emergencia y otra de Bomberos. Se interrumpió el tránsito tanto por Mendoza como por Sarmiento, lo que sacó a la línea K de circulación y generó grandes filas de vehículos en cada uno de los desvíos. Después de constatar las condiciones en las que había quedado el edificio se decidió demoler parte de la estructura para evitar desprendimientos antes de liberar la zona.

Con suerte. “Fue lo que se dice una tragedia con suerte”, repetían ayer bomberos, paramédicos e inspectores municipales convocados para asistir tras el derrumbe. Seis personas trabajaban en la casona cuando el techo se desplomó. Fabián Salina, un albañil con más de 20 años de trabajo, formaba parte del grupo. Minutos antes del siniestro, tres de los operarios charlaban en el patio mientras se preparaban para revocar una pared, mientras el gasista y otros dos asistentes arreglaban los baños.

“De golpe sentimos un ruido, como un silbido, y vimos como se caía todo. Afortunadamente estábamos afuera y ninguno salió lastimado”, apuntó con la vista perdida en el interior de la construcción, donde los escombros acumulados se levantaban casi medio metro por encima del piso.

En los partes elaborados por los delegados de la Uocra tras el accidente se apuntó el nombre de Geremías Bzynkowski como titular del inmueble, en tanto Marcelo Mirani figura como profesional responsable de los trabajos.

Con esos datos, el sindicato realizará una denuncia en el Ministerio de Trabajo provincial “por la situación de irregularidad en que se encontraban los obreros”, apuntó el secretario de organización de la Uocra, Mariano Torales. “Los muchachos no tienen nada, ni un rasguño, pero podrían haber muerto aplastados porque no tenían ninguno de los elementos de protección personal necesarios para hacer este trabajo”, sostuvo y recordó que “hace unas semanas” habían denunciado a la cartera laboral la situación de la obra sin ninguna respuesta.

En la Dirección de Obras Particulares del municipio apuntaron que aparentemente la caída del techo se generó después de que colapsara una de las paredes internas de la construcción, que sostenían la carga de la estructura. “Es una construcción muy antigua, donde se estaban realizando reformas internas”, sostuvo desde el área municipal Carlos Hyon. Y confirmó que los trabajos no tenían permiso, “se estaban tramitando las autorizaciones, pero el trámite estaba observado”.

Estruendo y después. Guillermo estaba en la recepción de la Plataforma Lavardén cuando escuchó el estruendo. Pensó que apenas era una de esas carretillas de escombros que los obreros solían tirar en el volquete colocado sobre calle Mendoza, casi frente al ingreso al centro cultural. “Cuando salí y vi que se había caído el techo pensé en una tragedia”, contó. Desde que comenzaron las reformas en el local, había advertido que los albañiles trabajaban sin ningún tipo de protección. “Ni siquiera tenían calzado o ropa de trabajo”, indicó. Lo mismo había advertido otro albañil que trabajaba a una cuadra cuando se había acercado a pedir arena. “Vi lo que estaban haciendo, que no tenían casco ni habían apuntalado el lugar. Les dije que se cuidaran porque el edificio era muy viejo. Ni bien me fui, escuché por la radio que el techo del bar se había caído”, contó el hombre.

Incumplimientos muy reiterados

La organización civil Manos a la Obra advirtió sobre los incumplimientos en los que incurren los emprendimientos que se desarrollan en el centro. “En septiembre iniciamos un relevamiento sobre unas 200 obras de remodelación, reconstrucción y demoliciones en el área central y casi la totalidad tenía problemas: no estaban habilitadas, no había encargados de seguridad o los obreros no contaban con protección” advirtió el titular de la entidad, Narciso Canteros.

Fuente: www.lacapital.com.ar

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