San Luis tiene el primer barrio bioclimático de la Argentina

Las casas generan energía con paneles solares y tienen sistemas de ahorro de agua; el costo inicial de construcción es más alto, pero se compensa con el ahorro en consumos
Juan Pablo Gómez y sus dos hijas están adaptándose a vivir en una casa donde las temperaturas tienen menos oscilaciones por su tipo de paredes, donde los vidriados son dobles y donde gastan menos agua por el modelo de sanitarios que utilizan. Son vecinos del primer y único barrio bioclimático de la Argentina, en San Luis.

Las 35 viviendas que integran el proyecto pionero generan energía con paneles solares, lo que permite un ahorro del 30 por ciento en los costos del suministro. Las casas -inauguradas a fines de septiembre- fueron construidas por un convenio entre el Gobierno provincial y el Sindicato Judiciales Puntanos.

Desde el Ministerio de Medio Ambiente de San Luis, Cristian Molequer, dijo a LA NACION que el objetivo fue fomentar el ahorro de energía y de agua, y aprovechar al máximo las condiciones naturales del entorno. El concepto es el de la arquitectura bioclimática que aspira a edificios que tengan en cuenta las condiciones climáticas y disminuyan su impacto medioambiental.

El arquitecto Osvaldo Freire, especialista en construcciones sustentables del Colegio de Arquitectos de Córdoba, explicó que una vivienda bioclimática puede lograr un ahorro importante en el consumo energético. Aunque el costo inicial de construcción es entre 10 y 20 por ciento mayor al de una tradicional termina, en unos diez años, siendo más rentable, porque se amortizan los gastos de funcionamiento.

«En el 77, cuando fue el terremoto de Caucete no existían las estructuras antisísmicas. Se incorporaron entonces con una suba de los costos de construcción de alrededor del 12 por ciento, pero fue a cambio de seguridad. Con las casas bioclimáticas, a corto plazo será lo mismo; ya no serán una opción sino una necesidad y la población se va mentalizando», añadió.

Equipadas para reducir el consumo

Las viviendas del barrio puntano son gemelas; todas tienen paneles fotovoltaicos y un medidor bidireccional que permite inyectar energía a la red de distribución. También están equipadas con equipos termosolares para calentar agua y calefaccionar por losa radiante; tienen aislación térmica de las paredes, techos y aberturas con DVH (doble vidriado hermético).

Además, sus instalaciones están preparadas para el uso medido y el tratamiento del agua mediante dispositivos que reducen el consumo en duchas, inodoros y grifos, y la iluminación es con tecnología LED y bajo consumo con placas fotovoltaicas. Más adelante se incluirá un sistema propio de separación de residuos de origen y forestación y cobertura vegetal para controlar la radiación solar en verano y en invierno.

Los cálculos indican que estas construcciones reducen al año el uso de la energía para calefaccionar en un 65 por ciento; la electricidad para iluminación en un 70%, y el consumo de agua en un 33%.

Alejandro Alcaraz, secretario general de los Judiciales, contó que la propuesta surgió del ministerio de Medio Ambiente: «Firmamos un acuerdo para un plan habitacional, y cuando nos sugirieron este diseño, aceptamos de inmediato. Hay otro programa similar para Villa Mercedes».

Algunos aspectos en la construcción están pendientes, apuntó, por la suba de costos que implicó la inflación y por inconvenientes en Aduana, donde quedaron unos microinyectores de paneles. «Tal vez ahora se normalice», dijo.

El barrio tiene la posibilidad de producir energía no sólo para autoabastecerse sino para inyectarla a la red eléctrica. La empresa que presta el servicio eléctrico en San Luis les descontará el aporte de sus facturas. El sistema está pensado con criterios de sustentabilidad y de integración.

Recursos a desarrollar

Luis Rotaeche, coordinador de Energías Renovables del Instituto Argentino de la Energía (IAE) «General Mosconi», subrayó que a largo plazo la «autogeneración» energética tiene un gran porvenir. «En todo el mundo se ven casas con placas fotovoltaicas en los techos. Ojalá empezáramos a encontrarlas en la Argentina -agregó-. El Estado debería impulsar su uso a través de diferentes medidas.»

Este año, por primera vez en la última década, desde el Gobierno se habló de «crisis energética». El ministro del área, Juan José Aranguren, afirmó que llevará por lo menos dos años salir de la emergencia. El impulso al desarrollo de las renovables está entre los objetivos de la administración.

Argentina tiene «recursos gigantescos» dijo Rotaeche. En energía eólica la calidad de los vientos está entre los mejores del mundo y, en solar, comparte con Chile y Bolivia una de las zonas de mayor irradiación del mundo. «Pero no se ha hecho nada», definió. La generación del sector cubre apenas el 0,5 por ciento del consumo total de energía.

El sector «se manejó sin políticas claras; para la financiación no ayudó la confrontación con los mercados de capitales y así es imposible sumarse a la tendencia mundial», según Rotaeche. Advirtió, además, que deberían tomarse medidas para dar «seguridad» a los inversores; crear una agencia con profesionales idóneos que se ocupe del tema y definir un agente comercializador estatal para el sector.

«En los primeros tiempos hay que sobreactuar para conseguir inversiones y financiamiento -añadió-. Sólo con competencia podremos bajar los precios». En energía eólica, hoy el Mw/hora en Argentina se paga 126 dólares, mientras que en Uruguay cuesta 63,5 y en Brasil 50.
La Nación

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