Pilas usadas: por ley, las empresas que las venden deberán hacerse cargo de su recolección

¿Qué hacer con las pilas usadas? La Legislatura porteña este jueves aprobó una ley que le da respuesta a este interrogante. Sus productores deberán hacerse cargo de su tratamiento, después de que son desechadas. Es que las pilas representan uno de los desechos domiciliarios con mayor potencial contaminante.

El nuevo plan de “Gestión ambiental de pilas en desuso” fue aprobado con 53 votos positivos y 2 abstenciones.

La norma considera a las pilas como residuos sólidos urbanos que deben ser objeto de un “manejo especial” por sus potenciales características de peligrosidad, nocividad o toxicidad. La ley se refiere a las pilas AA, AAA, AAAA, C, D, N, prismáticas 9V, y de tipo botón. Y establece que sus fabricantes y distribuidores también deben hacerse cargo de disponer de ellas cuando son desechadas.

Para eso, los productores e importadores tendrán que presentar un plan detallado ante la autoridad de aplicación, que es la Agencia de Protección Ambiental (APrA). Deberán explicar cómo recolectarán, transportarán, tratarán y dispondrán los residuos, teniendo en cuenta la protección del ambiente y de la salud humana, y usando la mejor tecnología disponible. Una vez aprobado el plan, deberán financiarlo y ponerlo en marcha.

El texto también asigna responsabilidad a los distribuidores e intermediarios: estos sólo podrán vender pilas provistas por productores o importadores que cumplan con esa ley. Además, están obligados a disponer de puntos de recepción de las pilas usadas en sus locales comerciales en caso de ser incluidos en la etapa de disposición inicial y recolección.

La presidenta de la Comisión de Ambiente, la diputada Mercedes De Las Casas (Vamos Juntos), subrayó que se generan cinco toneladas por mes de todo tipo de pilas. “Esta ley es la primera extendida al productor en la Ciudad de Buenos Aires. Al fin se le dará tratamiento a un plan de Gestión Ambientan de las pilas en desuso”, detalló.

En la Ciudad se consumen 19 millones de pilas por año, equivalentes a 500 toneladas. El país importa 200 millones anuales. En ese contexto, los importadores Energizer, Rayovac y Newsan (importa la marca Duracell) concentran el 90% del mercado de las alcalinas, que son las más usadas. El hecho de que sean pocos actores facilitaría en primera instancia la aplicación de la ley, sostienen desde el Ministerio de Ambiente y Espacio Público, cartera que impulsa el proyecto.

Según fuentes oficiales, el 60% de las pilas que ingresan al país son recargables, usadas en su mayoría en celulares, laptops y cámaras. El 40% restante son las denominadas primarias (no recargables), que a su vez representan el 69% de las recolectadas en la Ciudad. Sólo un 0,01% de todos los residuos generados en viviendas, comercios y oficinas porteños son pilas y baterías agotadas. Esto representa unos 323 kilos por día.

Los componentes químicos de las pilas suelen ser metales, ácidos y sales irritantes, algunos muy tóxicos, como el mercurio, el cadmio y el plomo. El peligro que representan aumenta cuando son acopiadas. Es por eso que la APrA, a falta de métodos de tratamiento, sugiere tirar las comunes o alcalinas junto con la basura, envueltas en una bolsa plástica. Con todo, no es lo ideal: el envío a rellenos sanitarios está desaconsejado por expertos a raíz de su potencial contaminante.

Otra dificultad para el tratamiento de pilas en la Argentina es la falta de productores nacionales. En otros países los fabricantes reciben el material consumido para volver a usarlo en la producción de nuevas pilas. Pero como aquí no hay elaboradores, lo tratado no se reutiliza.

Clarín

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