Acción En El Presente, Agua Para El Futuro

Contextos socioeconómicos difíciles como el de la Argentina hoy nos obligan a concentrar toda la energía en el presente. Desde lo personal, hago el intento de balancear la agenda para no perder la visión de futuro que necesita el negocio para su desarrollo en el país. Con mis equipos también hablo mucho de no perder esta visión, y nos desafío a combinar la urgencia con lo estratégico. Mirar un poco más allá para poder anticiparnos, y para empezar a trabajar desde hoy en lo que lleva tiempo.

Los desafíos ambientales que enfrentamos como humanidad son un problema del presente, pero que solo van a resolverse con planes de largo plazo, con acciones que se sostengan en el tiempo y tomando decisiones de las que probablemente no veamos un impacto inmediato. Ejercitar la anticipación es lo que nos va a llevar a evaluar y tomar esas decisiones en un momento en el que mirar a largo plazo parece enemigo de lo urgente. Es, por ejemplo, lo que nos va a llevar a alcanzar el objetivo de ser una compañía carbono neutral.

El Día Mundial del Agua es una oportunidad para salir de la diaria y tomar perspectiva, revisar cuál es la situación hoy. Se conmemora hace más de treinta años. ¿Qué pasó en los últimos 30 años?¿Qué próximos 30 años nos esperan? Me entusiasma pensar que cada vez somos más los que creemos que tenemos que trabajar por la salud y el bienestar de nuestro planeta. Quienes buscamos desarrollar iniciativas concretas y medibles y en el presente, pensando en el futuro. Me entusiasma el aumento de conciencia individual pero también la colectiva, donde distintos actores, entre ellos las compañías, tenemos un rol de gran alcance.

En el caso de la escasez del agua, el problema no es reciente, hoy ya estamos experimentando las consecuencias, pero la anticipación cabe igual para cambiar el curso a futuro. Al mismo tiempo que crece la concientización entre la gente, en el mundo un tercio de la población vive en zonas de estrés hídrico, esto quiere decir que la demanda de agua es más alta que la cantidad disponible o que su uso se ve restringido por su baja calidad, y un décimo no tiene acceso al agua limpia.

En la Argentina tenemos la suerte de contar con lugares como el Acuífero Guaraní, donde corren más de 220 mil kilómetros cuadrados de agua dulce debajo de las tierras por las que caminamos. En nuestro país el agua es la base de la economía: el 26% de la energía que utilizamos se genera con fuentes hidroeléctricas, el 50% de la demanda de agua proviene de industrias clave como la de los alimentos, y es fundamental para la agricultura, que es la fuente principal de ingreso de divisas según el informe “Valorando el agua” del Banco Mundial. También los productos que exportamos viajan por agua, por la hidrovía Paraná-Paraguay. Sin embargo, todavía el 17% de la población carece de servicios de agua y saneamiento.

Hoy Mendoza, provincia clave para el negocio de nuestra compañía en Argentina, con una historia de más de 100 años, y desde donde abastecemos a la región de Cuyo, está declarada en riesgo hídrico. Un escenario así solo se resuelve con acción colectiva, donde cada uno aporta lo que mejor sabe hacer. Así surge el Fondo de Agua del Río Mendoza, el primero del país y una plataforma de articulación público-privada que se creó en 2020 para llevar adelante mejoras en calidad y disponibilidad del agua en la cuenca del Río Mendoza. Lo más interesante del fondo es que busca aplicar soluciones basadas en la naturaleza, es decir inspirarse en sistemas o procesos naturales para restaurar.

En esta línea, co-creamos Sumá Nativas, el proyecto de restauración de las áreas degradadas por incendios en la Cuenca Alta del Río Mendoza. Ya concretó la recuperación de 2.000 hectáreas de áreas degradadas en Potrerillos y Vallecitos con plantas nativas, buscando, a la vez, controlar especies invasoras, como la rosa mosqueta, y proteger humedales de altura.

Además de proyectos de restauración como este, el primer paso en el cual el sector privado puede contribuir es revisando sus propios consumos y encontrando eficiencias. Por ejemplo: optimizando su uso a través del monitoreo de indicadores de toda la operación, invirtiendo en equipos más eficientes u otros que no requieran agua para funcionar, e incorporando tecnología para la reutilización del agua en otros procesos como limpieza, refrigeración de máquinas y riego. En nuestro caso, de 2020 a hoy logramos, gracias a ello, reducir el uso de agua en nuestras operaciones un 15%.

Lograr la seguridad hídrica requiere soluciones urgentes pero sobre todo locales y articuladas. El eje de agua es muy importante en términos de cambio climático dentro de nuestro camino hacia la carbono neutralidad a 2040. Tenemos que proteger el futuro del planeta, porque sin él no hay nada. Queremos seguir teniendo motivos para brindar, y para eso tenemos que tener un propósito claro y foco para poder cumplirlo. Sabemos que queda menos tiempo, pero tenemos los recursos, el compromiso, y la creatividad para lograrlo.

Por: Martín Ticinese

Fuente
La Nación

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