La captura de carbono no debe ser el único criterio para conservar los bosques

Los bosques más ricos en biodiversidad -variedad de especies y hábitats- no siempre son los que más carbono retienen, pero su conservación es fundamental para el equilibrio y la supervivencia del planeta, según pone de manifiesto una investigación publicada en la revista Scientific Reports.

El estudio, dirigido por el científico de la Universidad de Leeds Martin Sullivan, ha sido desarrollado por expertos de 22 países que han estudiado la biodiversidad y la capacidad de almacenamiento de carbono en 360 localizaciones de bosques templados de Africa, Asia y la Amazonia, analizando un total de 200.000 árboles.

Sus resultados muestran cómo los bosques tropicales africanos, que se extienden del este a oeste por la franja central del continente, son los que más carbono absorben, pero sin embargo poseen menos variedad y riqueza de especies que los de otras zonas del planeta. Al contrario, los bosques amazónicos y de Asia, fundamentalmente de Borneo, cuentan con la mayor biodiversidad pero almacenan menos carbono por hectárea.

Hasta ahora las políticas de lucha contra el cambio climático han centrado la conservación de los bosques en la capacidad de los mismos de retener carbono.

“Si basamos la conservación solo en ese tipo de políticas no necesariamente protegemos los bosques más ricos en biodiversidad, que también hay que preservar por otras razonas, entre ellas porque albergan el mayor número y variedad de especies”, dice Sullivan.

El estudio recuerda, por ejemplo, que los bosques tropicales más prístinos del planeta cobijan la mitad del total de especies del planeta, y que conservarlos no solo es vital para que almacenen carbono y la temperatura del planeta no suba más de dos grados respecto a niveles preindustriales, sino también para asegurar la supervivencia de millones de especies.

“Aunque más biodiversidad no implique siempre más almacenamiento de carbono, conservar los bosques más ricos en especies es fundamental para el equilibrio del planeta”, subrayan los investigadores.

“Es determinante extraer el carbono de la atmósfera, pero debemos recordar que los bosques no sólo son sumideros de carbono, si no también el hogar de comunidades locales y de toda clase de especies de plantas y animales, por lo que hay protegerlos con una visión integral que vaya más allá de la captura de carbono”, subraya el profesor Simon Lewis, de la Universidad de Leeds, otro de los autores del estudio.

AVES QUE EMIGRAN

En otro orden, el desarrollo urbanístico obliga a muchas aves a abandonar su territorio en busca de otro emplazamiento y las empuja a dejar a su pareja “pese a que sea la adecuada”, con las correspondientes consecuencias sobre su éxito reproductor.

Un estudio publicado en la revista PLoS ONE ha analizado el impacto del desarrollo urbanístico en las comunidades de aves cantoras que viven en las afueras de los núcleos urbanos.

El trabajo, liderado por científicos de la Escuela de Medio Ambiente y Ciencias Forestales de la Universidad de Washington, señala que estas aves responden de manera “antinatural” al avance de las ciudades, con el abandono de su territorio y de sus parejas.

El estudio, que ha hecho el seguimiento de seis especies de aves comunes durante diez años, alerta además de que si el desplazamiento se produce en temporada de cría, los ejemplares llegan a perder la oportunidad de reproducirse ese año y pueden tardar al menos otro en lograrlo de nuevo.

Añade que volver a encontrar una pareja apropiada o hacerse con un territorio de calidad en el que sacar adelante a las crías “es una dura tarea que puede traducirse en que el ave pierda hasta la mitad de sus años de reproducción”.

El Dia

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