El sorgo gana en altura para la producción de etanol y biogás
El Inta trabaja en el desarrollo de nuevos materiales con fines energéticos/ Son ricos en azúcar y biomasa.
Con tallos de hasta cinco metros de altura, no pasa inadvertido el tamaño que el sorgo tiene en el módulo del Inta Manfredi. El objetivo productivo de estos cultivares, algunos aún en etapa de experimentación, no es el picado y mucho menos el grano. Su destino es la elaboración de biogás o etanol.
En un lote de 10 hectáreas, en la experimental cordobesa se hace el mejoramiento genético de híbridos de sorgos graníferos, sileros, de doble propósito, de calidad para alimentación de aves sin tanino, y la novedad: los destinados a la producción de energía. Todas estas líneas de investigación están dentro del proyecto que el organismo nacional tiene sobre desarrollo de materiales comerciales y genotipos en cereales estivales.
Se sabe que el sorgo es uno de los cultivos que mejor se adapta a los ambientes marginales, es más barato producirlo y su uso industrial es variado. Si a todas estas ventajas se le agrega la posibilidad de obtener biogás y etanol –para la mezcla obligatoria con las naftas en el mercado interno–, el círculo respecto del cultivo comienza a cerrarse.
Las restricciones para usar granos comestibles en la elaboración de combustibles están comenzando a instalarse y la opción del sorgo crece como alternativa. El Parlamento Europeo acaba de limitar a partir de 2017 el uso de biocombustibles tradicionales procedentes de cultivos como maíz, trigo, remolacha o colza.
La actual legislación europea exige a los países garantizar que la energía renovable sume al menos 10 por ciento del consumo energético en el transporte en 2020, y las nuevas normas establecen que dentro de ese objetivo los biocombustibles tradicionales no puedan suponer más del siete por ciento.
A partir de los avances realizados a campo, en los cruzamientos de líneas y hembras, el Inta se apresta a lanzar al mercado nuevos sorgos para biomasa, que se utilizan para la producción de etanol y biogás. Para la elaboración del combustible renovable, el organismo técnico tiene registrado desde hace varios años Biosilero Inta, al que se le sumará en breve otro con mayor contenido de azúcar.
“Estamos haciendo distintos ensayos de selección con por lo menos 100 materiales por temporada, para luego registrar en esta campaña y en la que viene un nuevo híbrido para etanol y dos nuevos híbridos para biogás”, destacó Laura Giorda, fitomejoradora y fitopatóloga, a cargo del módulo de sorgo de Manfredi.
Mezclar con nafta
Para la elaboración de etanol se pueden utilizar cultivares de dos grupos taxonómicos diferentes. Los graníferos, cuyo proceso de cosecha y de elaboración del combustible es igual al del maíz y con un rendimiento parecido; y los híbridos que aportan biomasa, con plantas que llegan a medir hasta cinco metros y un proceso de obtención del biocombustible similar al de la caña de azúcar. En estos casos, el rendimiento ideal debe ser de 50 a 70 toneladas de materia seca por hectárea, para producir entre cinco y siete mil litros de etanol por hectárea.
“En los sorgos para biomasa se cosecha la planta, se limpia el tallo y se corta la panoja. Se trilla en estado pastoso para obtener la mayor cantidad de azúcar del tallo, que tiene un diámetro superior a los tres centímetros. Es un proceso similar al de la caña de azúcar”, comparó Giorda. Son materiales que tienen entre 18 y 20 grados brix, igual que la caña de azúcar. Con la ayuda de la biotecnología, China y Japón están desarrollando materiales de hasta seis metros de altura, que producen entre seis mil y siete mil litros de etanol por hectárea, sólo con biomasa.
Con estos fines industriales, los sorgos graníferos aventajan a los de biomasa debido a que pueden mantenerse en silos bolsa, mientras que los de tallo deben estar próximos a los ingenios para hacer rápida la extracción del azúcar.
Para hacer metano
Como si se tratara de un comodín, Biosilero Inta se está probando en dos procesos para la obtención de biogás; por un lado uno termoquímico y por el otro bioquímico, con la finalidad de usarlo directamente o como cosustrato. “En este momento tenemos cinco nuevas líneas que con los distintos ensayos sobre las hembras ya están listos para registrar”, adelantó Giorda.
Para el proceso termoquímico, a partir del cual se queman chips producidos con sorgo para la obtención del biogás, se requiere de materiales de alto porte que produzcan alrededor de 70 toneladas de materia seca por hectárea, con 40 por ciento de humedad y mucha fibra. “Se necesita un tipo de sorgo similar a un ‘arbolito’, con mucha lignocelulosa, que se necesita quemar”, graficó Giorda. A diferencia de los materiales de biomasa para etanol, los destinados a biogás deben tener mucha lignina. Materiales ricos en lignocelulosa son los residuos de madera, residuos de papel y el cartón usado. Estos chips confeccionados a partir de sorgo se están probando en la empresa láctea Manfrey para la elaboración de metano, en reemplazo de los chip de madera que utiliza actualmente.
Para la obtención de biogás por el proceso químico se requiere de sorgos de alta productividad, pero con menos lignina y más contenido de granos, nervadura marrón y azúcar en tallo. Estas características son necesarias para el proceso de fermentación aeróbico para hacer metano. Según explicó Giorda, estos materiales se pueden usar directamente para biogás o como cosustrato para deshacerse de los residuos periurbanos o pecuarios.
El desarrollo de estos materiales para el proceso químico requiere de cierto equilibrio en su conformación. Plantas de gran porte, de alta productividad y baja cantidad de lignina tienden a volcarse, además de demandar buena disponibilidad de azúcar y grano para la fermentación.
Similar al maíz
En lo que hace a potenciales rendimientos de etanol, a partir del almidón del grano de sorgo (azúcares no solubles), sus valores son similares a los de maíz. “Se mencionan cerca de 500 mililitros de etanol por kilo de sorgo en base seca”, sostiene Laura Giorda, a cargo del módulo de sorgo del Inta Manfredi.
No obstante, el rendimiento final va a depender del híbrido, su manejo a campo, condiciones edafoclimáticas de la región y eficiencia del proceso.
Por: Alejandro Rollán
La Voz del Interior