Bosques argentinos, claves para mitigar el cambio climático

Cada hectárea retiene tanto CO2 como el que generan 24 argentinos en un año. En el país hay 49 millones de hectáreas. Advierten sobre los peligros del desmonte.

Cada hectárea de bosque nativo argentino atesora 189,5 toneladas de dióxido de carbono, el principal gas responsable del cambio climático que vive el planeta. Es el equivalente a la contaminación anual que generan casi 24 argentinos.

Evitar el desmonte también es una forma de impedir que la temperatura global siga aumentando y evitar graves consecuencias como el aumento del nivel de mar y una mayor frecuencia de eventos extremos como sequías e inundaciones.

Argentina posee un reservorio invaluable de dióxido de carbono (CO2) en sus bosques chaqueño y patagónico, selva misionera y yungas. Estos ecosistemas resguardan 9.300 millones de toneladas de CO2.

Equivale a lo que emitirían los autos, camiones, aviones, usinas, industrias, ganado y cultivos argentinos en 18 años.

El cálculo fue realizado por la Secretaría de Ambiente de la Nación, en el marco de la Tercera Comunicación Nacional sobre Cambio Climático que el país debe presentar ante Naciones Unidas.

El objetivo final es anunciar un plan voluntario de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) de cara a la próxima reunión sobre este tema, que se llevará a cabo en París a fin de año.

El país tiene 49 millones de hectáreas de bosques nativos protegidas por leyes provinciales e incluidas en tres categorías, según su grado de conservación. Sin embargo, la tasa de desmonte es de 0,5 por ciento anual.

En 2012, el 21 por ciento de las emisiones de GEI nacionales fueron causadas por el desmonte. Entre 2013 y 2014, el país perdió 188 mil hectáreas, de las cuales 73 mil fueron en zonas prohibidas.

Manuel Jaramillo, especialista en bosques nativos de la Fundación Vida Silvestre Argentina señala que a nivel global el 20 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero provienen de la deforestación. “La cifra se duplica si se analiza sólo a países en vías de desarrollo. Esto pone de relevancia la importancia de reducir la deforestación y la degradación de los bosques nativos”, comenta. En este sentido, señala que la aplicación de la ley nacional de bosques nativos y las normas provinciales han tenido sus buenas y malas.

Como aspectos negativos menciona que aún no se creó el Fondo Nacional para el Enriquecimiento y la Conservación de los Bosques Nativos y que las partidas para esta área en ningún momento han superado el 10 por ciento del monto que estipula la ley; esto es, el dos por ciento de las retenciones a las exportaciones del sector rural.

Sin embargo, asegura que la norma ha servido para fortalecer la capacidad técnica de las oficinas nacional y provinciales encargadas de monitorear estos ecosistemas. “El mayor inconveniente está relacionado con la recategorización de áreas con alta conservación a otras de menor protección y el uso discrecional de los fondos de la ley para compensar a algunos propietarios de predios con bosque por sobre otros”, apunta.

Y detalla: “Mientras que entre 2006 y 2007, previo a la sanción de la ley de bosques, se desmontaron 720 mil hectáreas, en el período 2013-2014 la deforestación fue 188 mil hectáreas, lo cual constituye un avance”.

Riesgos

Según el estudio de la Secretaría de Ambiente, una de cada 10 hectáreas de bosque nativo (4,7 millones) está en riesgo de desaparecer por estar en sitios aptos para la agricultura. Es decir, que tienen suelos relativamente fértiles y un promedio anual de lluvias mayor a 700 milímetros. A esto que sumarle las hectáreas de bosques que se podrían desmontar con fines ganaderos.

El desafío político es definir qué es más importante para el país: proteger sus bosques o desmontar para aumentar la superficie de tierras económicamente activas.

De hecho, el estudio calculó que el costo de cada tonelada de CO2 que se conserva en los bosques argentinos hasta 2030 es de 1,2 a 2,1 dólares. Parece un monto bajo pero, en el total, son entre 19 mil millones y 32 mil millones de dólares se suman el “gasto presupuestario” para implementar la ley de bosques y los costos de oportunidad por no poder cultivar esas tierras.

Sin embargo, la protección de los bosques no sólo reduce las emisiones de gases de efecto invernadero. También genera otros beneficios como conservación de la biodiversidad, la protección de suelos, la correcta gestión de aguas y las lluvias y ayuda a reducir de la contaminación del aire.

Por región

Selva misionera. Sufre una alta degradación por extracción de madera de forma no sustentable. Las actividades agrícola y ganadera también amenazan este ecosistema.

Bosques patagónicos. Su mayor amenaza son los incendios, muchas veces intencionales.

Bosque chaqueño. La agricultura y la ganadería amenazan este ecosistema.

Yungas. Este hábitat de alta biodiversidad ubicado en Salta, Jujuy y Tucumán también está en riesgo por el avance de actividades productivas.

La Voz del Interior

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