Acopiar O Tirar: La Respuesta De Los Porteños A Los Obstáculos Para Reciclar En La Ciudad

Con la reducción de la cantidad de campanas verdes y los puntos verdes cerrados, muchos porteños abandonaron el reciclaje

Siempre llevaba mis reciclables al punto verde. Y está cerrado ahora. Es mucho material que finalmente termina en el camión de la basura, o en nuestras cocinas esperando que habiliten de nuevo el circuito de puntos verdes y cooperativas. Yo sigo juntando, pero muchos de mis amigos y conocidos ya no tienen lugar y lo empezaron a tirar con el resto de la basura. Hay gente que ante la imposibilidad de llevarlo o la ausencia de recuperadores en las calles directamente ya no separa la basura”, describió Silvina, una vecina de Villa Crespo de 38 años.

Al igual que Silvina son muchos los porteños que están experimentando dificultades para reciclar en medio del aislamiento obligatorio . Con una reducción en la cantidad de campanas verdes, los puntos verdes cerrados y la tarea de los recuperadores urbanos suspendida temporalmente por la pandemia del coronavirus, algunos vecinos abandonaron la costumbre de reciclar. Otros, en cambio, optaron por acopiar una enorme cantidad de material en sus casas, ante las dudas del destino final de los residuos. Según indicó el Ministerio de Espacio Público porteño, el sistema de reciclaje se readaptó frente a la cuarentena, para que los vecinos puedan mantener este hábito favorable al medio ambiente.

“Yo hago una separación de residuos completa desde hace años. Analizo cada packaging en busca del código de reciclaje”, explicó Pablo Fain, que vive en Recoleta y tiene 32 años. “Antes los llevaba [a los reciclables] al punto verde de la plaza Emilio Mitre, pero como la plaza obviamente está cerrada, empecé a acopiar en casa. El otro día fui hasta la plaza y encontré que habían instalado dos campanas verdes en la vereda. Fui y dejé ahí reciclables acumulados durante dos meses”, afirmó.

Los puntos verdes funcionan en parques y plazas, que fueron cerrados para frenar la propagación del coronavirus. Para reemplazarlos, se colocaron contenedores y campanas verdes afuera de esos espacios. Sin embargo, los vecinos dudan de lo que ocurre con sus residuos después de dejarlos allí. “Me queda la incertidumbre de saber qué destino va a tener esa basura, pero ya no podía acumularla más”, completó Fain.

Tampoco los cartoneros o recuperadores urbanos, que trabajan en cooperativas, tienen permitido recorrer las calles en busca de residuos reciclables, que luego llevan a plantas de reciclado. Por prevención frente a la Covid-19, el Gobierno de la Ciudad solo permitió que los recuperadores trabajen los lunes y los viernes recogiendo reciclables en supermercados, farmacias, restaurantes y otros “grandes generadores” de basura. Esto implica otro problema para muchos vecinos, que además se muestran preocupados por los ingresos de esas familias.

“Una vez le entregué cartones a una recuperadora urbana que pasaba por la puerta, medio de casualidad. Mientras las cooperativas no estén trabajando pienso juntar reciclables acá. Cuando haya más certezas con el destino de los puntos verdes lo llevaré. Por ahora la Ciudad no está asumiendo que con los centros de clasificación cerrados, no hay garantías de que los reciclables tengan el destino correcto”, explicó Dafna Nudelman, activista ambiental que promueve el reciclaje, conocida en redes sociales como “La loca del táper”.

Nudelman, que vive en Almagro y tiene 33 años, convenció a todos sus vecinos de acopiar reciclables en el SUM de su edificio. Ella se encarga de ordenarlos. Juntan material desde abril.

Las dudas respecto al destino de los residuos son un factor que empuja a muchos porteños a acumular material reciclable desde el comienzo de la cuarentena, que superará los 100 días con la más reciente extensión. Eso le ocurrió a Sol Benedini, de 34 años, vecina de Villa Urquiza. “No se si harán el mismo tratamiento y si seguirán con el reciclaje”, expresó. “Usaba los puntos verdes que hay en las plazas y al cerrarlos, estuve guardando las cosas en mi casa. Hasta que me comentaron que habían puesto los contenedores y llevé todo ahí”, agregó.

También Rocío, una joven de 30 años que vive en Colegiales, optó por acopiar el material. “No tenía claridad en el funcionamiento de las plantas y la recolección en mi barrio, así que opté por guardar todo, ante la duda y el desconocimiento. Tengo los reciclables de estos 70 días en casa. Dudé con respecto a lo que pasaba cuando se recibían los materiales en las plantas, si terminan en el relleno sanitario por inactividad de las cooperativas”, afirmó.

A las dudas sobre lo que ocurre con los residuos, se suma la reducción de campanas verdes, ya en marcha desde el año pasado. Martín García vive entre Belgrano R y Villa Urquiza. En las últimas semanas observó cómo sacaron dos campanas verdes cerca de su domicilio y las reemplazaron por contenedores de basura común. “En mi caso yo dejé de reciclar por eso. Estamos tirando todo en la misma bolsa”, explicó.

El sistema de reciclaje en la ciudad reúne a 12 cooperativas de recuperadores urbanos con un total de 5112 trabajadores, cuenta con 2081 campanas verdes, 896 contenedores verdes y 82 puntos verdes, según datos del Ministerio de Espacio Público.

“Las campanas son más vandalizables y se van rompiendo. Son mucho mejores los contenedores verdes. Las vamos cambiando, porque es más práctico el contenedor. Muchas campanas las estamos llevando a las comunas 1 y 2, donde solo había recuperadores, que hoy no están en las calles. Estamos haciendo lo posible por que nadie camine más de 150 metros para reciclar. No podemos perder la voluntad y la costumbre de reciclar”, explicó a LA NACION Ezequiel Capelli, subsecretario de Higiene Urbana.

Según apuntó Capelli, el sistema de reciclado de la ciudad se readaptó ante la pandemia, mediante la colocación de contenedores fuera de los puntos verdes, la desinfección del material que dejan los vecinos y dejándolo reposar 72 horas antes de trasladarlo a las plantas de reciclado. “Tenemos que darle herramientas a la gente para que no pierda el hábito de reciclar”, concluyó.

Por: María Paula Etcheberry
La Nación

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