“El jefe no me dejaba ir al baño, me pedía agresivamente que orinara en una botella de agua en el puesto de trabajo”
“El jefe no me dejaba ir al baño, me pedía agresivamente que orinara en una botella de agua”, relata uno en su denuncia escrita. “Me había lesionado en el trabajo y me habían prohibido coger la baja laboral bajo la amenaza de despedirme y mandarme a casa. Hubo varios testigos de mi accidente. No les gustó que estuviera de baja y decidieron despedirme”, explica otro. “Fuimos testigos de los insultos racistas de un jefe de equipo a compañeros africanos y árabes. Los insultos fueron ‘moro de mierda’ y ‘negros sucios’. Informamos de este comportamiento al director de la obra de PINE, pero no hizo nada para impedirlo”, detalla otro. “Mientras que nuestros colegas reciben 200 euros por sábado, a nosotros nos pagan sólo 11 euros por hora los sábados”, argumenta uno más.
Los denunciantes son trabajadores desplazados, muchos españoles, destinados para instalaciones eléctricas en los astilleros Chantiers de L’Atlantique de Saint-Nazaire (oeste de Francia, cerca de Nantes). Y han presentado denuncias escritas ante la dirección de la empresa, PINE –al director gerente– con sede en Bizkaia; con copia a la inspección de trabajo francesa; el comité de empresa español por las condiciones laborales vejatorias; y el sindicato francés CGT, que les está representando en Francia.
“La empresa ha abierto un proceso de investigación interno totalmente confidencial”, responde PINE a elDiario.es: “Por este motivo, hasta que no haya un informe final de conclusiones, tras recabar todas pruebas, testimonios y declaraciones necesarios, no es posible emitir ningún comunicado al respecto”.
“PINE hace oídos sordos a las reclamaciones y denuncias”, afirma André Fadda, dirigente de CGT, a elDiario.es: “El colmo de esta situación se ha producido a raíz del intento de discusión que la CGT trató de entablar con el jefe de obras el pasado 25 de agosto. Este, con actitud chulesca y altanera, propia de un señorito de cortijo, se enfrentó a los representantes sindicales llegando a empujar a uno de ellos, representante nacional. Ante esta situación, el sindicato CGT ha interpuesto una demanda ante la Inspección de Trabajo de Saint-Nazaire para denunciar el acoso, la intimidación y el hostigamiento diario que PINE practica en Saint-Nazaire”.
Sin embargo, PINE afirma: “La empresa está en contacto continuo con todas las partes implicadas con el fin de aclarar la situación, esto es, trabajadores, cliente, inspección de trabajo, comité de empresa y sindicatos presentes en la empresa”. En cambio, la CGT sostiene: “Hemos interpelado a la dirección del astillero. Se ha escrito al astillero para que reciba una delegación. La dirección del astillero de momento no contesta esto. Desde hace ya por lo menos una semana, diez días. Y la Inspección de Trabajo francesa está haciendo su investigación. Pero aquí la situación no ha cambiado”.
Y zanja una portavoz de PINE: “Le informamos de que frente a cualquier comunicación no contrastada la empresa se reserva el derecho de ejercer las acciones legales que considere oportunas”.
El sindicato Force Ouvrière –el preferido por los votantes de Rassemblement National, según las encuestas–, por su parte, ha defendido a la empresa en un comunicado en la prensa local: “Estamos consternados, son declaraciones de parte y calumnias. Hemos recibido muchos testimonios de trabajadores que no han informado de ningún caso de discriminación”.
En los astilleros Chantiers de L’Atlantique de Saint-Nazaire se construyen grandes cruceros para compañías como RCCL y MSC, y en ellos trabajan más de 9.000 trabajadores, de los cuales 5.000 son de subcontratas, según fuentes sindicales. Entre las empresas auxiliares que operan en el astillero se encuentran varias españolas.
“La empresa PINE, del grupo ZIMA, presente en la construcción naval gaditana y vasca, ha desplazado a trabajadores andaluces, vascos, latinoamericanos y africanos hasta Saint-Nazaire para trabajos de electricidad a bordo de los buques en construcción”, relata Fadda, dirigente de la CGT: “Para estos desplazamientos, la empresa se apoya en una oficina de Madrid para establecer contratos de fin de obra, y de esta manera los trabajadores no puedan beneficiarse de los convenios de Cádiz o Bizkaia, que son más ventajosos. Es un autentico dumping social. Desde que PINE llegó en 2014, los trabajadores son víctimas de incumplimiento de los convenios colectivos españoles y franceses, de despidos improcedentes, y en los últimos años, maltrato y acoso laboral por parte del jefe de obra y dos jefes de equipo”.
“Desde 2018 siempre hemos tenido este tipo de trato”, relata Julio (nombre ficticio de un trabajador que prefiere no revelar su identidad real por temor a represalias): “Lo primero que oía fue un ‘iros a la mierda, iros a la mierda. O vais a ir a la puta calle’. Palabras textuales”.
Julio es uno de los diez trabajadores españoles que a mediados de julio llamaron a la puerta de la CGT en Saint Nazaire buscando ayuda. “Dada la situación económica en España, lo que haces es buscar trabajo, que sea un trabajo continuo y no estar de un sitio a otro. Y aquí el trabajo sí es para largo”, explica: “Pero los insultos son diarios. Todos los días, y no somos niños como para aguantar a un tío que me hable así por querer conservar mi puesto de trabajo”.
“Son amenazas en el día a día”
Pedro, otro trabajador con nombre ficticio, apunta: “Son amenazas en el día a día. Es propio de la edad del medievo. El gran señor feudal, donde le falta nada más que el derecho de pernada. Donde se le consiente por parte de la empresa. Es la típica figura de un señor feudal”.
“Cuando salgo al muelle a por agua para calmar la sed, me dice que el paga por trabajar, no por pasear, y que nos estamos aprovechando de la empresa”, dice un trabajador en las denuncias a la inspección. Otro añade: “Con frecuencia, he sido testigo de insultos racistas hacia compañeros míos, como ‘moro o sudaca de mierda’, así como enviar a compañeros a robar bobinas de cable, amenazándolos que si no lo hacían se tomarían represalias”.
Pedro relata también otro caso: “Un compañero pidió la baja por paternidad de 16 semanas, a la que tenía derecho. Pero a las cuatro semanas le llamó la empresa para que se reincorporara”.
En total, dicen fuentes sindicales, “entre PINE España, PINE Francia y la subcontrata de Polonia, habrá más o menos 75 personas. Españoles, una veintena”.
Otra de las reivindicaciones de los trabajadores es que la empresa no cumple con los convenios en materia de personal desplazado: “PINE da una dieta a unos de 40 euros al día; a otros, 50; y a otros de 70 y pico; y a otros de 90”, prosigue Fadda: “Cuando tendría que ser la totalidad de los gastos, porque estos compañeros se tienen que pagar ellos el alquiler del piso y algunos están en 20 metros cuadrados. Es gente que lleva aquí años trabajando en esas condiciones y la empresa no se quiere hacer cargo de los gastos de alojamiento que tiene obligación de hacer por el derecho de los trabajadores desplazados. Y luego están las horas extras, que no se respetan”.
“Lo que es relevante”, argumenta André Fadda, “es el trato inhumano cotidiano, los insultos y los comportamientos racistas y xenófobos, la humillación pública”. Esta presión, explica Fadda, ha llevado a algunos trabajadores pedir una “baja por acoso laboral, por el estrés y porque recibía amenazas e insultos racistas por parte del jefe de obra”.