Carlos Arranz: “Sin seguridad y salud en las empresas no puede haber productividad ni competitividad

1.- Hola Carlos, Aunque la mayoría de nuestros lectores tienen una idea bastante aproximada de qué es el INSST, ¿cómo nos lo presentaría usted y cuál diría que es su misión?

El Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo está definido en la propia Ley de Prevención de Riesgos Laborales (LPRL) como un órgano científico y técnico especializado de la Administración General del Estado que tiene como función principal la de analizar y estudiar las condiciones de seguridad y salud en el trabajo, y promover la mejora de las mismas.

Pero esta función genérica del Instituto puede desgranarse en otros muchos más campos de actuación a los que se dedica habitualmente como son: funciones de asistencia técnica en la elaboración de la normativa y de participación en los procesos de normalización tanto a nivel nacional como internacional, y destacable es también es la labor de promoción que realiza. Esta última labor no solo se limita al estudio y la investigación, sino que además se ocupa de la de informar y divulgar el conocimiento en la materia. Todo ello siempre en coordinación y cooperación con los órganos técnicos de las comunidades autónomas, sin olvidarnos de la labor de apoyo técnico de asesoramiento que presta a la Inspección de Trabajo y Seguridad Social cuando lo requiere con carácter general, y, en especial, en Ceuta y Melilla pues todavía tenemos allí gabinetes técnicos provinciales.

Por último, acometemos una labor de cooperación a nivel internacional en el ámbito de la Unión Europea y también realizamos una importante labor de apoyo con los países de Iberoamérica.

Finalmente, quisiera destacar que el Instituto es además la Secretaría de la Comisión Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo que actúa como órgano consultivo y de participación.

2.- Sabemos que el INSST celebra este año su 50 Aniversario y en este periodo de tiempo el ámbito de las Relaciones Laborales y la propia realidad de la Seguridad y Salud en el Trabajo han evolucionado y cambiado bastante. ¿Cree que siguen persistiendo en el fondo los mismos problemas y dificultades con los que ya se encontró la Institución en sus inicios en la década de los setenta? ¿Vamos a mejor?

Compartimos el mismo problema que hace 50 años, si lo vemos desde un punto de vista reduccionista o simplista, y es que mientras se produzcan accidentes de trabajo o enfermedades profesionales nuestra labor estará justificada. Sin embargo, indudablemente estamos yendo a mejor pues cabe constatar que la situación de hoy, en contraste con la de entonces, ha mejorado significativamente. Es cierto que tenemos una cierta sensación de estancamiento, pues la reducción de la siniestralidad ya no es tan evidente como lo fue anteriormente. Esta situación nos obliga a hacer mucho más para así afrontar el objetivo de continuar reduciendo estas cifras de siniestralidad.

Por otra parte, la fecha del 50 Aniversario del Instituto supone para nosotros un acontecimiento muy especial. El INSST ha cambiado muchísimo. Nació con una normativa preconstitucional como fue la Ordenanza de 1971 y el llamado Plan, y ha evolucionado en estos años al adaptarse a la Constitución Española, marco normativo en el que por primera vez en nuestro país se menciona como un derecho constitucional el derecho a la protección de la salud de los trabajadores.

Después experimentamos el proceso de transferencias a las comunidades autónomas, que asumieron las políticas de ejecución de la legislación laboral como competencia compartida y concurrente entre el Estado y las CCAA. Tras ello vino la incorporación a la Unión Europea con todo lo que ha supuesto en materia de directivas incorporadas con sus transposiciones y desarrollos en nuestro ordenamiento. Muchos cambios, y hoy el INSST mira al futuro sabiendo que la adaptación permanente a las necesidades de la sociedad es lo que nos permitirá continuar otros 50 años aportando nuestro conocimiento para mejorar las condiciones de trabajo de las personas trabajadoras. Ese es nuestro deseo.

3.- Por otra parte, nuestra Ley de Prevención de Riesgos Laborales (Ley 31/1995) también se encuentra en fase de plena madurez pues el próximo mes de noviembre cumplirá 26 años desde la fecha de su publicación. ¿Cómo está de salud legislativa nuestra LPRL, cree que está cumpliendo en su misión de “poner término a la falta de visión unitaria en la política de prevención de riesgos laborales frente a la dispersión de la normativa vigente de la materia” que se contemplaba en la propia Exposición de Motivos de la meritada norma?

Indudablemente la Ley de Prevención trajo consigo un cambio fundamental. A los ocho años aproximadamente de la aprobación de la misma se produjo la primera y, hasta hoy, última gran reforma que ha experimentado esta norma. Reforma que vino motivada por dos aspectos: por una parte la falta de integración real de la actividad preventiva, y por otra parte, la necesidad de ahondar y profundizar en el ámbito de la cultura preventiva.

Estas dos realidades siguen siendo aún hoy día una necesidad por lo que nos empuja a analizar esta normativa con el fin de que sigamos realizando cambios que nos permitan continuar avanzando en esta línea.

La cuestión no está resuelta y faltaríamos a la verdad si dijéramos que la integración de la Prevención se ha producido por igual en todas las empresas. Sin lugar a duda siguen persistiendo muchas de empresas, sobre todo de reducido tamaño, microempresas que han tenido y tienen dificultades para integrar la prevención lo que les impide conseguir los mismos objetivos que sí alcanzan empresas más grandes. A este respecto resaltar que el Instituto tiene la labor encomendada de facilitar la aplicación de la normativa en el ámbito de las PYME como así lo venimos haciendo con nuestra herramienta informática “Prevención 10” o adaptando mucha de nuestra documentación a la realidad de esas empresas. En definitiva, al menos, con la Ley de Prevención, se intentó poner final a la falta de visión unitaria, pero sigue habiendo aún camino por recorrer.

4.- Y hablando del marco legislativo actual ¿cómo está afectando la pandemia del COVID-19 en la fortaleza y coherencia de nuestro marco normativo de Seguridad y Salud en el Trabajo?

La pandemia creo que ha supuesto un punto de inflexión y ha influenciado y va continuar influenciando muchas de las decisiones que se tomen en los próximos años. Una de ellas es el convencimiento en la necesidad de reforzar el Sistema Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo.

La pandemia nos ha dado muchas lecciones a todos los niveles pero me gustaría destacar dos aspectos.

Uno, es que todos nos hemos dado cuenta que las decisiones que hayamos de tomar han de basarse en la evidencia científica, en la importancia del conocimiento pues ayuda a despejar la incertidumbre, como hemos podido ver con el caso de las vacunas que nos han traído una cierta tranquilidad y optimismo de esperanza en el futuro. Esto plantea la necesidad en invertir en investigación. Un país que no invierte en investigación está condenado a fracasar.

El segundo es la necesaria colaboración público-privada, colaboración entre el sistema público de salud y los sistemas de prevención de riesgos laborales en la empresa. No nos hemos cansado de reconocer la importancia que han tenido los profesionales de la prevención durante la pandemia creando o propiciando entornos de trabajo más seguros. Con sus actuaciones, se ha mejorado el control del riesgo, el rastreo, el seguimiento de los contactos estrechos, la concienciación sobre la eficacia de las medidas preventivas, etc.

Creo que un sistema nacional fuerte en seguridad y salud debe de tener en cuenta la necesaria colaboración entre la salud pública y la salud laboral.

5.- Recientemente se ha aprobado la nueva Estrategia Europa en materia de Seguridad y Salud en el Trabajo para el período 2021-2027. ¿Qué valoración le merece y qué impacto puede tener en España?

Efectivamente a finales de junio hemos conocido un texto del que, aunque más o menos podíamos vislumbrar por dónde podría ir la estrategia europea, despeja las dudas, nos deja satisfechos y compartimos en general sus objetivos. No obstante, nosotros nos planteamos incluso poder ir un poco más allá a la hora de adaptarlo en España.

La estrategia europea se basa en tres ejes fundamentales. El primero es la necesidad de hacer frente a la gestión de los cambios que se van sucediendo como consecuencia de las transiciones demográficas, digitales y ecológicas. En este sentido la generalización de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación nos hará hablar posiblemente mucho en los próximos años de los riesgos ergonómicos y de riesgos psicosociales, así como ya se viene tratando la necesidad de la conciliación de la vida laboral y familiar.

Todo ello inmersos en un contexto de digitalización permanente y con la generalización creciente del teletrabajo. Y, cómo no, el derecho a la desconexión digital de la que ya en España contamos con una regulación que hemos de tener muy en cuenta.
El segundo eje de la estrategia europea hace referencia a la necesidad de combatir los accidentes de trabajo y las enfermedades profesionales. Así no hemos de conformarnos con el actual número de accidentes mortales que se vienen produciendo en toda Europa en general y en España en particular, por lo que hay que afrontar esta situación con el objetivo claro de reducir esa cifra en el menor tiempo posible.

Y desde un punto de vista de las enfermedades profesionales la UE nos fija la atención en dos temas con los que también con ella compartimos. Por una parte la prevención del cáncer profesional relacionada con la exposición a sustancias peligrosas. Por otra la prevención de los trastornos musculo-esqueléticos, pues una importante parte de los accidentes de trabajo que se notifican se deben a sobreesfuerzos.

Y por último, la UE nos invita a fortalecer los sistemas nacionales de seguridad y salud en el trabajo en previsión de futuras crisis. Lo cual nos reafirma en la necesidad de apostar por un fortalecimiento de un sistema nacional en el que sabemos que el Instituto es el centro de referencia en la formulación de esas políticas públicas.

6.- En perspectiva empresarial, nos gustaría conocer su opinión sobre en qué medida invertir en PRL puede resultar rentable para nuestras empresas.

Durante la pandemia hemos estado también debatiendo mucho sobre el equilibrio entre la salud y la economía. Creo que hemos llegado a la conclusión que sin salud no puede haber economía, y yo me atrevo a decir también que sin seguridad y salud en las empresas no puede haber productividad, no puede haber competitividad.

En el análisis que estamos realizando en estos momentos sobre el balance de la estrategia española seguida del 2015 al 2020, hemos, entre otras cosas, recopilado una serie de estudios sobre diversos costes, así como sobre el coste que supone no hacer prevención en las empresas. También los ha habido sobre la rentabilidad de hacer la prevención en las empresas. Y en todos los estudios que se han venido haciendo y aún hoy se hacen desde múltiples instancias, en todos se reconoce que la inversión en prevención siempre termina resultando rentable.

El coste de un accidente de trabajo no se basa exclusivamente en el abono por parte de la Seguridad Social en una serie de prestaciones pues hay una serie de costes indirectos que se traducen en pérdida de jornada, en paralización de la producción, en intermitencias, en sensación de desasosiego por parte de los trabajadores, en incremento del conflicto laboral en las empresas,… Aparte además están todas las consecuencias que con ocasión del accidente se derivan, sean en sanciones, en recargos de prestaciones, en responsabilidades exigibles en todo tipo de órdenes (civil, penal…). Consecuencias que suponen en muchas ocasiones una elevada penalización económica sin olvidar por último el alto coste de imagen que comporta para la empresa y su reputación la existencia de accidentes de trabajo. Por lo tanto el debate de tener o no que invertir en prevención en las empresas creo que es un debate ya superado pues la inversión en prevención es siempre rentable.

7.- Pero como todo no se soluciona solo con regulación y auditorías ¿qué peso considera que tiene la labor de concienciación de todas las partes implicados (empresa, trabajadores, autoridad laboral y poderes públicos, resto de stakeholders…) en el éxito de la Prevención de Riesgos Laborales? ¿Habría que apostar aún más por implantar la cultura preventiva?

Como decíamos anteriormente, con la aprobación de la Ley en 1995 ya se empezó a hablar de cultura preventiva y, aún después, con la reforma del 2003 se continuó hablando del tema, y así hasta hoy día, si bien aún queda mucho por hacer pues hacer cultura preventiva es una necesidad para concienciar a toda la sociedad y no solo a la población trabajadora.

Son muchas las cosas que podemos pensar y hacer en un futuro inmediato. A mí se me ocurre como primera medida la de seguir potenciando los recursos propios de las empresas apostando por la formación y porque éstas adquieran compromisos a través de su plan de prevención, liderazgo en prevención de riesgos laborales y posibilitar una auténtica política de integración que guíe toda toma de decisiones en el seno de toda empresa.

Por otra parte una responsabilidad más en el ámbito de las administraciones públicas, creo que éstas deben seguir ahondando en la necesidad de concienciar en prevención en el sistema educativo, que aunque el Estado y las CCAA ya vienen así actuando en educación primaria o secundaria, yo creo que se puede hacer más, creo que hablar de seguridad y salud en el trabajo en las escuelas y los colegios es el primer paso para tener una sociedad futura concienciada con este problema.

Y querría también en último lugar destacar el papel que han de tener aquí los medios de comunicación para apostar por la salud en el trabajo como elemento fundamental para potenciar la competitividad entre las empresas. En este punto, en el Instituto también estamos muy atentos en lo que pasa en las redes sociales como medio de concienciación, en especial con la población más joven de todo ello pues serán los empresarios y los trabajadores del futuro.

8.- Y, para terminar, pensando en nuestro público lector compuesto principalmente por profesionales de todas las áreas del mundo del Derecho ¿les aconsejaría en la necesidad de formarse en materia de Prevención de Riesgos Laborales y de Seguridad y Salud en el trabajo pese a que su trabajo mayormente sea sedentario y de despacho?

Rotundamente sí. Cuando hablábamos antes de los ejes de la futura estrategia europea y también de la española que irá en ese sentido, hablábamos de digitalización, hablábamos de la generalización de herramientas y tecnologías información y comunicación que en definitiva implican riesgos principalmente ergonómicos y psicosociales. Riesgos éstos que, presentándose como menos traumáticos y que no se traducen en pérdidas de vidas por usar el ordenador, sí, en cambio, afectan a nuestra salud pese a que el trabajo que realicemos sea de despacho o teletrabajemos desde casa. Ello no nos hace estar exentos de riesgo aunque parezca que de forma inminente no afectará a nuestra salud pero a buen seguro que de forma progresiva sí irá afectándonos si no apostamos por la prevención.

En definitiva, la LPRL habla de formación teórica y práctica centrada en los riesgos del puesto y los puestos digitales tienen también riesgos que hay que tomarlos en serio.

https://elderecho.com/carlos-arranz-sin-seguridad-y-salud-en-las-empresas-no-puede-haber-productividad-ni-competitividad

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