Advierten que la contaminación del aire en la Ciudad es muy alta
En ocasiones, cuando pasamos mucho tiempo en un espacio cerrado puede invadirnos cierta sensación de asfixia. En la mayoría de los casos el alivio viene de la mano de una acción lógica: «salir a tomar aire». Si bien ese contacto con el afuera supone un bienestar inmediato, en ciudades como Buenos Aires los efectos a largo plazo podrían resultar todo lo contrario. Un reciente informe volvió a traer al primer plano la discusión sobre la contaminación del aire en la Ciudad, que sigue superando los parámetros saludables.
Así lo demuestra un relevamiento elaborado por Greenpeace. El muestreo se llevó a cabo en 20 puntos de Capital, donde hay nueve escuelas primarias, ocho jardines maternales y tres hospitales pediátricos. De marzo a julio pasado, por un período de tres días y en un rango de 12 horas, se midió el nivel de exposición a la materia particulada 2.5 (PM 2.5), uno de los tóxicos provenientes de la polución del aire que genera la quema de combustibles fósiles y del gasoil.
Según los índices, en barrios como Balvanera el «límite seguro» se llega a superar por un 356%, mientras que en Caballito, donde los efectos no son tan marcados, está un 80% por encima.
Otro de los materiales que se tuvo en cuenta para el informe es el dióxido de nitrógeno (NO2), también presente en el aire porteño en valores poco recomendables. “El 31% de todas las mediciones de NO2 violan los límites de la Organización Mundial de la Salud (OMS), y peor aún sucede con el caso del PM2.5, materia que podemos considerar venenosa por sus graves efectos a la salud y que en el 72% de las mediciones superó los límites”, resumió Ingo Boltz, coordinador de la campaña que llevó a cabo la ONG ambientalista. Para el trabajo se utilizaron unos dispositivos traídos de la Universidad de Exeter, en Inglaterra, donde Greenpeace tiene un laboratorio propio.
La OMS establece el límite de exposición diaria a PM 2.5 en 25 ?micrómetros por metro cúbico. Durante el estudio, en cambio, el se encontró por ejemplo que en los alrededores de la Escuela Infantil N°5 del Distrito Escolar 2, donde también funciona la primaria N°16 Presidente Mitre, en Balvanera, presenta la cifra más alta en este sentido: 35.6 ?micrómetros.
Una de las estaciones de monitoreo de la Ciudad está en avenida Cordoba y Rodriguez Peña. Foto: Germán García Adrasti.
La propia OMS había advertido sobre la polución en Buenos Aires. Hace dos años, en el marco de un relevamiento en 3.000 ciudades y usando las propias estadísticas oficiales, denunció que el aire tiene un 30% más de componentes nocivos que lo tolerado.
Entre los efectos nocivos para la salud por inhalación continua de PM2.5 se encuentran enfermedades respiratorias como el asma, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), cáncer, enfermedades cardíacas y accidentes cerebrovasculares (ACV).
Una de las discusiones tiene que ver con los controles que se hacen para ver cómo está la polución en la Capital Federal. En Greenpeace afirman que las estaciones de medición del Gobierno porteño son insuficientes y que debería haber al menos diez, como en otras ciudades comparables.
Desde el Ministerio de Ambiente y Espacio Público porteño, del que depende la Agencia de Protección Ambiental (APRA) a cargo de las mediciones, responden: «Contamos con cuatro estaciones de calidad de aire, en La Boca, avenida Córdoba y Rodríguez Peña, Parque Centenario y en Villa Lugano. Los valores registrados de calidad de aire cumplen con los límites establecidos por la normativa local, la que a su vez está en línea con lo exigido por la agencia ambiental de Estados Unidos», afirman.
El tema es que esos límites son un poco más tolerantes que los de la OMS. Y además en la Ciudad las mediciones son distintas: en los controles porteños aún no se sigue el PM2.5, justamente uno de los parámetros cuestionados. «Actualmente APRA cuenta con tres equipos con los que se comenzó a medir PM 2.5, y que están siendo sometidos a procesos de validación para que puedan arrojar un diagnóstico certero», explicaron en el ministerio.
La quema de combustibles por el alto tránsito vehicular es uno de los principales contaminantes del aire que respiran los porteños. Del otro lado, la escasez de espacios verdes suficientes impide una mejor oxigenación.
«Cualquier plan de acción tiene que ser gradual pero constante. No se trata de sacar de circulación todos los camiones o colectivos, pero eliminar sólo el 20% ya haría una diferencia sustancial. También se puede transformar parte de la flota del transporte público a otras tecnologías. Por ejemplo, las unidades que circulan por los carriles de Metrobuses podrían ser eléctricas», menciona Damián Bikiel, investigador y miembro del Instituto de Química, Física de los Materiales, Medio Ambiente y Energía (INQUIMAE) del Conicet.
La suma de nuevas construcciones, muchas de ellas en altura, es otra de las cuestiones. «Buenos Aires es una ciudad con una densidad de espacios verdes bajísima, por debajo de lo recomendado por la OMS. La pérdida de estos espacios o su planificación incorrecta tiene grandes efectos negativos en la calidad de aire. En forma similar, la capacidad de ventilación de la ciudad depende de la altura y densidad de sus construcciones, aumentar las fuentes y disminuir la capacidad de autolimpieza de la atmósfera no es la forma para reducir la contaminación», afirma Bikiel.
Clarin