Copenhague afianza su perfil ecológico

COPENHAGUE — En su céntrica oficina, Laust Joen Jakobsen tiene vista a una pequeña plaza, una cancha de básquetbol en una azotea y una cama de césped que pronto estará llena de flores.

Hace apenas unos meses, Jakob­sen, rector del Colegio Universitario de Copenhague, trabajaba en un campus suburbano entre estacionamientos y un vecindario residencial. “Estamos más contentos aquí cuando nos asomamos por las ventanas”, dijo.

La universidad, con sus 11.000 miembros entre cuerpo estudiantil y docente, es una de los primeros inquilinos de Carlsberg Byen, o Pueblo Carlsberg, un redesarrollo de 2.000 millones de dólares crucial para el plan de Copenhague de convertirse en la primera capital del mundo con emisiones de carbono cero en menos de una década.

Aunque la población de Copenhague creció un 16 por ciento en la década que terminó en 2015, la ciudad calcula que sus emisiones de dióxido de carbono cayeron un 38 por ciento. A los residentes ya se les exige que clasifiquen sus residuos en 10 categorías para reciclaje.

Las autoridades también están adaptando los códigos de construcción para hacer que las estructuras sean más eficientes en cuanto a consumo de energía, a la vez que mejoran el transporte público e instalan turbinas eólicas y paneles solares.

Las autoridades municipales ubicaron el costo general de emisiones de carbono cero en 29.000 millones de dólares.

Nombrada en honor a la cervecería que estuvo ahí hasta hace poco, Carlsberg Byen buscó reimaginar una planta industrial con olor a lúpulos que se encuentra cerca de un barrio de clase obrera conocido por la prostitución y venta de drogas. Intenta dar un giro ecológico a la mezcla habitual de espacio minorista, para oficinas y residencial. Los urbanistas buscan conservar agua de lluvia, generar energía solar y reutilizar materiales de construcción.

Planificado para abarcar medio millón de metros cuadrados de espacio, es uno de los proyectos de construcción privados más grandes de la historia de Dinamarca. Una vez terminado, será la primera vez que un vecindario danés entero cumpla con estrictos estándares locales de eficiencia energética.

Habrá nueve bloques residenciales rascacielos, junto con edificios bajos y townhouses, así como 3100 departamentos. Un anfiteatro hará a su vez de depósito de agua.

Los techos están cubiertos con paneles solares o jardines que recolectan agua de lluvia, mientras que el agua subterránea es usada para enfriar edificios vía aires acondicionados.

Jens Nyhus, de Carlsberg Byen P/S, el grupo de inversores del proyecto, es consciente del fracaso de desarrollos anteriores en Copenhague. “Uno puede construir donde sea, pero hay un desafío extremo en llevar vida entre los edificios”, dijo.

Clarín

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