Ciclos Naturales Y El Fenómeno Del Niño: Cuáles Son Las Consecuencias Del Cambio Climático En La Antártida

Desde sequías extremas hasta inundaciones, esta problemática precipita el curso de la naturaleza y podría derretir los hielos del continente antártico. La explicación de los especialistas a Infobae

El calentamiento global se manifiesta año a año en diferentes regiones del planeta. Las consecuencias son variadas y desde la ciencia se advierte constantemente sobre, por ejemplo, las sequías y los incendios forestales. Particularmente en Argentina, estas dos problemáticas llegaron a dimensiones preocupantes hace algunos meses, con focos ígneos en Corrientes y en Chubut.

Más allá de estos desenlaces impulsados por el cambio climático, hay fenómenos naturales que también se ven afectados en su curso habitual. Por caso, el fenómeno del Niño Oscilación del Sur (ENOS) -caracterizado por la fluctuación de las temperaturas y por cambios en la atmósfera en el océano Pacífico, más precisamente en la parte central y oriental- se está precipitando por la contaminación ambiental, entre otras razones.

En ese sentido, un estudio publicado en la revista Nature alertó que las condiciones actuales del ENOS podrían precipitar el derretimiento de los hielos de la Antártida. Tras analizar 31 modelos climáticos, los investigadores de la Agencia Científica del Gobierno de Australia postularon que los cambios en “El Niño” podrían derivar en una disminución de la temperatura de las aguas superficiales y en un incremento en la temperatura de las aguas submarinas del continente blanco.

Wenju Cai, uno de los autores del trabajo, detalló: “Esta nueva investigación muestra que un fenómeno de El Niño más intenso puede acelerar el calentamiento de las aguas profundas de la plataforma antártica, haciendo que las plataformas y las capas de hielo se derritan más rápido”.

Infobae analizó los resultados de este estudio científico junto a Carlos Zotelo, licenciado en ciencias de la atmósfera del Centro de Recursos Naturales Renovables de la Zona Semiárida (CERZOS) del CONICET. “En caso de que el Fenómeno del Niño sea intenso, esto se traduciría en una disminución de la temperatura en las aguas superficiales, pero en un incremento térmico en las aguas profundas submarinas. Esto generaría que el deshielo se vaya dando desde abajo, derritiendo los mantos de hielo desde el océano mismo. De esta forma, se perdería mucho hielo que suele estar congelado tanto en invierno como en verano”, dijo el especialista.

“Todavía no está claro si el Niño va a ser efectivamente más intenso -explicó Zotelo-, hay que esperar un poco más pero, en caso de que sea así, las aguas de la Antártida van a ser más cálidas”. En ese tono, “la biodiversidad de la Antártida (o de cualquier lugar) con alteraciones significativas del entorno puede sufrir las consecuencias. A veces son reversibles, porque puede tratarse de ciclos, pero en el caso específico del continente blanco, el problema es que si el deshielo es permanente, muchas especies se pueden ver afectadas”, advirtió el experto del CONICET.

En general, según Zotelo, “los tres factores que afectan o que tienen influencia en el derretimiento del hielo antártico son la radiación solar -que es constante, más allá de alguna perturbación-; las corrientes marinas en capas superficiales del agua y en la parte profunda o submarina; y la variación en la salinidad -que también se mantiene dentro de un rango estable-”.

Por su parte, Alfredo Costa, licenciado en ciencias biológicas por la Universidad de Buenos Aires (UBA), aclaró: “Aún no aseveraría tan tajantemente que el Fenómeno del Niño va a generar derretimiento de hielo en los polos. Son temas que están bajo estudio: hay trabajos que vinculan al calentamiento global con cambios en este fenómeno; en su frecuencia e intensidad. El Niño está relacionado con el clima en los polos, sobre todo en la Antártida, a través de conexiones que disparan propagación de ondas que pueden influir en el clima de Sudamérica y en la península antártica”.

Bajo estos preceptos, Costa señaló que la península antártica “es la segunda región después del Ártico en donde más aumentó la temperatura media en los últimos 60 años. ¿Por qué aumenta la temperatura en zonas polares? Por algo que se llama amplificación polar: las superficies blancas reflejan la radiación solar, liberando energía de la Tierra hacia el espacio. Por el calentamiento global, hay glaciares que se derritieron o mar congelado que no se congela como antes, por lo tanto, la superficie blanca en las zonas polares se reduce y refleja menos radiación solar y absorbe más. Esto aumenta la temperatura del planeta y se genera un proceso de retroalimentación que influye en las zonas polares más que en otras regiones”.

El Fenómeno del Niño más allá de la Antártida

A su turno, el meteorólogo Emiliano Presta dialogó con Infobae y profundizó que el Fenómeno del Niño “suele suceder en primavera o verano cada tres, cuatro o hasta siete años, pero, como todo fenómeno meteorológico, con el cambio climático y la contaminación ambiental. se está acelerando. Entonces, los períodos de tiempo son más cortos. Por lo tanto, aumenta la temperatura, sube calor a la atmósfera y eso se traduce en humedad, nubosidad y, por ende, precipitaciones, a diferencia del fenómeno de la Niña, que es ausencia de lluvias”.

En segundo término, Presta señaló que, a raíz de las modificaciones que sufre el fenómeno del Niño, “puede haber temporadas de mucha humedad, porque este ciclo climático afecta a la temperatura atmosférica, a la atmósfera en sí y a la dirección y fuerza de los vientos. En ese combo, pueden presentarse eventos de lluvia una vez por semana o una vez cada 15 días. O, en casos extremos, inundaciones en algunos lugares”.

En ese contexto, el experto detalló: “Se sabe a nivel mundial que el calentamiento global cambia la temperatura de los océanos, entonces, cada fenómeno que necesita de los altibajos térmicos naturales se altera por completo. En Argentina, por ejemplo, tuvimos al fenómeno de la Niña por casi 4 temporadas consecutivas. Esto dio como resultado una sequía extrema, lagunas sin agua y diques secos”.

De este modo, al cambio de temperatura, “que es cada vez más extremo -dijo Presta-, si le sumamos el aumento de lluvias inusuales y los desplazamientos de grandes hielos, nos queda un llamado de atención”. ¿De qué se trata? “De que hay determinados ciclos climáticos que se pueden repetir cada menos tiempo. Por ejemplo, en Estados Unidos, la ‘bomba climática’ de frío que se vio hace poco solía suceder cada 20, 30 o hasta 40 años y, en el ultimo período, se aceleró de manera alarmante por el calentamiento global”, repasó el meteorólogo.

En tanto, Bruno Giambelluca, coordinador de la campaña de clima y energía de Greenpeace, indicó: “Las temperaturas cambiantes del océano son claves cuando hablamos de la Antártida, porque calientan los enormes glaciares antárticos desde abajo, haciéndolos cada vez menos estables y propensos al derretimiento. Los glaciares se forman en la masa terrestre antártica a medida que las nevadas se comprimen en hielo con el tiempo, y fluyen por su propio peso hacia el océano, como un río muy lento”.

“A medida que estos glaciares sienten el agua marina cada vez más caliente debajo de ellos, aceleran su lento movimiento hacia la costa. Esto hace que grandes trozos de hielo se desprendan en el mar como icebergs a mayor velocidad. El cambio climático, además, afecta a la biodiversidad en todo el mundo y el continente blanco no es una zona ajena a ello”, dijo Giambelluca.

En relación a la alteración de los ciclos climáticos naturales, el especialista ejemplificó: “El impacto de la fuerza de los huracanes o su avance cada vez más hacia el norte del continente, o también las temporadas de sequía o de lluvia, se ven modificadas en cierta medida por el calentamiento global. Un ejemplo local es que, debido al cambio climático, el Río de la Plata está experimentando un incremento de su nivel medio. Esto último se da por el aumento del nivel medio del mar y por el cambio en la dirección de los vientos estacionales predominantes”.

Para cerrar, Giambelluca pronosticó: “El nivel del mar seguirá subiendo durante siglos: de aquí al año 2100 podría llegar a registrar una elevación de entre aproximadamente 30 y 60 centímetros, incluso aunque se logre una reducción drástica de las emisiones de gases de efecto invernadero y el calentamiento global se mantenga muy por debajo de 2 °C. Y si las emisiones siguen aumentando con fuerza, la subida del nivel de las aguas podría ser del orden de 60 a 110 centímetros”.

Infobae

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