Un problema que Córdoba nunca ha priorizado

Se llama “informe anual sobre el estado del ambiente en la provincia”. Es un diagnóstico y nuevo aporte que la flamante ley 10.288 exige en Córdoba. Pero su lectura no arroja novedades ni precisiones que no se tengan ya por conocidas. En todos los rubros vinculados con la problemática ambiental que aborda acumula sobre todo generalidades y relevamientos de datos preexistentes. En ese marco, el del escaso tratamiento de los residuos es identificado como uno de los pasivos ambientales más relevantes de Córdoba. Y, a esta altura, resulta una obviedad.

Dos tercios de las localidades cordobesas arrojan sus desechos a contaminantes basurales a cielo abierto. Representa al menos el 40 por ciento del volumen de desechos que generamos los cordobeses. Si ese dato supone que el otro 60 por ciento tiene buen destino, el diagnóstico estará errado, porque sostener enterramientos donde todo termina mezclado y simplemente acumulado (aunque tapado a la vista) no representa un destino virtuoso.

En el mundo, se asume que la salida más sustentable es la reducción del volumen. Para eso, se requiere separar y clasificar los desechos para reutilizar la mayor parte posible. Córdoba registra un ostensible atraso en esa materia: un informe de este diario concluyó, hace un mes, que de los 2,2 millones de habitantes de las 20 mayores ciudades, no más de 100 mil tienen recolección diferenciada y organizada para optimizar la clasificación y el reciclaje. Si se suma el resto del mapa, el porcentaje baja aún más: menos del cinco por ciento de la población cordobesa separa sus desechos en domicilio.

De los 3,4 millones de kilos de basura que por día arrojamos los cordobeses sin preguntar por su destino, apenas una parte insignificante es hoy reutilizada.

Es mucho más lo que falta que lo que se hizo ante ese pasivo ambiental.

En las últimas dos décadas, la Provincia insistió con crear vertederos regionales que concentren el tratamiento por zonas. Tampoco tuvo avances notorios: hoy tienen plantas de ese tipo cinco de los 26 departamentos (San Javier, San Alberto, Calamuchita, General Roca y Roque Sáenz Peña) y no en todos los casos funcionan como se había planificado. El gravitante Gran Córdoba, así como las ciudades de Villa María y Río Cuarto, tienen hoy enterramientos que distan tanto de los basurales a cielo abierto como de los modelos a los que se debiera aspirar.

El gran resto deambula entre el nulo tratamiento y los anuncios de proyectos por venir.

La Voz

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